El helado solidario


Era un día soleado y radiante en el barrio de Ethan y Thiaguito. Los abuelitos, don Ramón y doña Rosa, decidieron sorprender a sus nietos llevándolos a merendar después del colegio.

Al salir de la escuela, los dos hermanitos vieron a sus abuelitos esperándolos con una sonrisa llena de amor. Ethan y Thiaguito corrieron emocionados hacia ellos. - ¡Abuelitos! ¡Qué sorpresa tan linda! - exclamó Ethan mientras les daba un fuerte abrazo. - Sí, chicos.

Hoy queremos pasar una tarde especial con ustedes - respondió don Ramón con alegría. Los cuatro se dirigieron hacia la heladería del parque, donde los esperaba una mesa reservada especialmente para ellos.

Al sentarse, los nietos miraron el menú lleno de sabrosas opciones. - ¿Qué van a pedir? - preguntó doña Rosa curiosa. Ethan y Thiaguito se tomaron su tiempo para elegir entre tantas deliciosas opciones. Finalmente, cada uno decidió qué sabor de helado querían probar.

Mientras esperaban que les sirvieran su merienda, empezaron a compartir anécdotas graciosas sobre lo que les había pasado durante el día en el colegio. Los abuelitos reían sin parar al escuchar las ocurrencias de sus nietos.

De repente, llegó el camarero con dos enormes copas de helado decoradas con crema batida y cerezas encima. Los ojos de Ethan y Thiaguito se iluminaron al ver aquellos postres tan apetitosos frente a ellos. - ¡Qué rico se ve! - exclamó Thiaguito emocionado.

- Sí, está increíble. Gracias, abuelitos - dijo Ethan con una sonrisa enorme. Los cuatro comenzaron a disfrutar de sus helados, saboreando cada cucharada con alegría y entusiasmo.

El sabor dulce y refrescante llenaba sus bocas mientras compartían risas y anécdotas divertidas. Pero de repente, un pequeño problema surgió. Ethan notó que en la mesa de al lado había un niño llorando porque no tenía dinero para comprarse un helado.

- Abuelitos, ¿puedo hacer algo por ese niño? Me da mucha pena verlo triste - preguntó Ethan preocupado. Doña Rosa miró a su nieto con orgullo y le respondió:- Claro que sí, mi amor. Siempre es bueno ayudar a los demás cuando podemos.

Ve y pregúntale si le gustaría compartir nuestro postre contigo. Ethan se levantó de su asiento y se acercó al niño llorando. Con una sonrisa amable, le ofreció compartir su delicioso helado.

El niño aceptó la oferta con timidez pero una sonrisa iluminaba su rostro. Al regresar a la mesa, Ethan contó lo ocurrido y todos aplaudieron el gesto solidario del pequeño. - Eso fue muy generoso de tu parte, Ethan - dijo don Ramón emocionado-.

Recuerda siempre ayudar a quienes lo necesiten. La tarde continuó llena de risas y alegría mientras compartían el helado entre todos. Los abuelitos estaban felices de ver a sus nietos disfrutando y aprendiendo la importancia de ser solidarios con los demás.

Al terminar la merienda, Ethan y Thiaguito se despidieron de sus abuelitos con un fuerte abrazo. - Gracias por este día tan especial, abuelitos - dijo Thiaguito. - Sí, nos divertimos mucho. Los queremos mucho - agregó Ethan.

Los abuelitos se marcharon felices sabiendo que habían pasado una tarde inolvidable junto a sus nietos. Y Ethan y Thiaguito aprendieron una valiosa lección: compartir y ayudar a los demás siempre es importante para hacer del mundo un lugar mejor.

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