El Helecho que se Amaba a Sí Mismo
En un bosque encantado, vivía un pequeño helecho llamado Federico. A diferencia de los demás helechos que crecían altos y frondosos, Federico era bajito y delgado, lo que siempre lo hacía sentirse acomplejado.
Un día, mientras Federico se mecía suavemente con el viento, una mariposa le susurró al oído: "Debes ir al Reino de las Frutas. Allí encontrarás a la Reina Piña, quien te enseñará valiosas lecciones sobre aceptarte tal como eres".
Intrigado por la idea de aprender a quererse a sí mismo, Federico emprendió su viaje hacia el Reino de las Frutas. Al llegar, quedó maravillado por la belleza y diversidad de aquel lugar tan diferente al suyo.
Al adentrarse en el reino, fue recibido por la Reina Piña, una fruta majestuosa con corona dorada y vestido brillante. La reina sonrió dulcemente y dijo: "Bienvenido, querido helecho. Veo que cargas contigo el peso del descontento. Permíteme enseñarte algo importante".
Federico asintió con timidez mientras la Reina Piña lo llevaba a través de campos de fresas juguetonas y manzanas risueñas.
En cada paso del camino, la reina le mostraba cómo cada fruta era única en forma y tamaño, pero todas eran hermosas a su manera. "Querido Federico", comenzó la Reina Piña con voz serena "-Cada ser en este mundo es especial y único. No importa si eres alto o bajo, grande o pequeño.
Lo importante es aceptarte tal como eres y florecer con orgullo". Las palabras de la Reina Piña resonaron en el corazón de Federico mientras reflexionaba sobre su propia percepción limitada de sí mismo.
Comenzó a comprender que no tenía por qué compararse con los demás helechos para sentirse valioso. Con renovada confianza en sí mismo, Federico decidió demostrarle al mundo que su tamaño no definía su belleza ni valía. Comenzó a extender sus delicadas hojas hacia el sol con gratitud y amor propio.
Días después, durante un festival en honor a la diversidad del reino vegetal, Federico fue galardonado como el helecho más inspirador por haber aprendido la lección más importante: amarse a uno mismo sin importar las diferencias físicas.
La Reina Piña abrazó cariñosamente a Federico frente a todos sus amigos frutales e hizo un anuncio solemne: "-Hoy celebramos no solo la diversidad externa que nos hace únicos sino también la fuerza interna para aceptarnos plenamente".
Desde ese día en adelante, Federico se convirtió en un ejemplo vivo de autoaceptación y amor propio para todos los habitantes del bosque encantado.
Y así termina nuestra historia donde aprendimos junto al pequeño helecho Federico que lo más importante es amarnos tal cual somos porque nuestra verdadera belleza radica en nuestra autenticidad.
FIN.