El héroe de hierro y el fanático
Había una vez un niño llamado Tomás que era fanático de los Avengers. Todos los días jugaba con sus figuras de acción y soñaba con algún día conocer a sus héroes favoritos en persona.
Un día, mientras caminaba por la calle, Tomás encontró una extraña piedra brillante en el suelo. Sin pensarlo dos veces, la agarró y se la guardó en el bolsillo.
Por la noche, cuando estaba acostado en su cama, escuchó un ruido extraño proveniente de su armario. Al abrirlo, se sorprendió al encontrar a Iron Man parado frente a él. - ¡Hola Tomás! -dijo Iron Man-. Vine para pedirte ayuda.
Una fuerza malvada está amenazando al mundo y necesitamos a alguien valiente como tú para ayudarnos a detenerla. Tomás no podía creer lo que estaba pasando. ¿Cómo era posible que Iron Man estuviera hablando con él? Pero no tuvo tiempo de seguir asombrándose porque rápidamente aceptó ayudar.
Juntos, Tomás e Iron Man viajaron por todo el mundo reuniendo al resto de los Avengers: Capitán América, Thor, Hulk y Viuda Negra. Cada uno tenía habilidades únicas que los hacían indispensables para luchar contra el mal. Pero no todo fue fácil.
En el camino se encontraron con obstáculos peligrosos y traiciones inesperadas. Afortunadamente, siempre lograban salir adelante gracias al trabajo en equipo y la confianza mutua.
Finalmente llegaron al lugar donde se escondía la fuerza malvada: un castillo oscuro rodeado por un ejército de robots gigantes. Los Avengers y Tomás lucharon con todas sus fuerzas, pero parecía que estaban perdiendo la batalla. Fue entonces cuando Tomás recordó la piedra brillante que había encontrado en la calle.
La sacó de su bolsillo y se dio cuenta de que tenía el poder de controlar los elementos naturales. Con su nueva habilidad, Tomás logró derrotar a los robots y abrir las puertas del castillo para enfrentarse al villano principal.
Fue una batalla épica, pero al final los Avengers y Tomás salieron victoriosos. - ¡Lo logramos! -gritó Capitán América-. Y todo gracias a ti, Tomás. Eres un verdadero héroe.
Tomás sonrió con orgullo mientras todos los Avengers lo felicitaban por su valentía y determinación. A partir de ese día, se convirtió en el miembro honorario más joven del equipo y nunca olvidaría esa aventura inolvidable.
Desde entonces, cada vez que jugaba con sus figuras de acción de los Avengers, sabía que no eran solo juguetes sino amigos leales dispuestos a ayudarlo en cualquier momento.
FIN.