El héroe de la calle



Había una vez en el tranquilo barrio de Villa Esperanza, un niño llamado Mateo. Mateo era un chico muy amable y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.

Un día, mientras paseaba por la calle principal del barrio, vio a unos ancianos intentando cruzar la calle. Los ancianos se llamaban Don Carlos y Doña Marta. Eran una pareja adorable que vivía desde hace muchos años en Villa Esperanza.

Sin embargo, con el paso del tiempo, les resultaba cada vez más difícil hacer cosas simples como cruzar la calle. Mateo se acercó corriendo hacia ellos y les dijo: "¡Hola! ¿Necesitan ayuda para cruzar la calle?" Los ancianos sonrieron y asintieron con gratitud.

"Muchas gracias, joven" -dijo Don Carlos-. "Ya no nos sentimos tan seguros al cruzar las calles ocupadas". "No se preocupen", respondió Mateo con una gran sonrisa. "Yo los ayudaré".

Mateo agarró la mano de Don Carlos mientras Doña Marta sostenía su brazo tembloroso. Juntos caminaron hacia el cruce peatonal más cercano. Cuando llegaron al cruce peatonal, Mateo esperó pacientemente hasta que el semáforo peatonal cambió a verde para ellos.

Luego, comenzaron a caminar lentamente pero seguros hacia el otro lado de la calle. Pero justo cuando estaban a punto de llegar al otro lado de la calle, algo inesperado sucedió. Un perro travieso salió corriendo detrás de una pelota y pasó justo frente a ellos.

"¡Ay, ay! Este perro me asustó", exclamó Doña Marta. "No te preocupes, Doña Marta", dijo Mateo mientras mantenía su calma. "Vamos a esperar un momento hasta que el perro se vaya".

Después de unos minutos, el perro finalmente se alejó y Mateo ayudó nuevamente a Don Carlos y a Doña Marta a cruzar la calle. Por fin, llegaron al otro lado sano y salvo. "¡Lo logramos!", exclamó Mateo con alegría. "Ahora están seguros del otro lado".

Los ancianos estaban muy agradecidos por la ayuda de Mateo. Le dieron un abrazo cálido y le dijeron: "Eres un niño muy valiente y amable". Luego, le ofrecieron una moneda como muestra de su gratitud. Pero Mateo rechazó amablemente la oferta.

Él solo quería asegurarse de que Don Carlos y Doña Marta estuvieran seguros y felices. Desde ese día en adelante, Mateo continuó ayudando no solo a Don Carlos y Doña Marta, sino también a otros ancianos del barrio.

Se convirtió en el héroe local del vecindario. Y así es como la bondad de un niño hizo una gran diferencia en la vida de los demás.

Aprendimos que nunca es demasiado tarde para hacer algo bueno por los demás y que siempre podemos marcar la diferencia si estamos dispuestos a ayudar. Fin

FIN.

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