El héroe de la ciudad
Había una vez un niño llamado Mateo, quien vivía en un pequeño pueblo. Mateo era valiente y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.
Un día, mientras caminaba por la calle, vio a unos niños mayores que estaban maltratando a otro niño. Sin pensarlo dos veces, Mateo corrió hacia ellos y les gritó: "¡Dejen de hacerle daño! ¡Eso no está bien!". Los niños mayores se sorprendieron al ver a Mateo plantándose frente a ellos.
Uno de ellos se burló y dijo: "Miren al chivato queriendo hacernos quedar mal". A partir de ese momento, todos en el pueblo comenzaron a llamar a Mateo —"chivato" y lo evitaban.
Pero eso no detuvo su determinación de proteger a los más débiles. A pesar de las burlas y el rechazo, Mateo continuó defendiendo lo que creía correcto. Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, escuchó llantos provenientes de un arbusto.
Se acercó sigilosamente y descubrió que era Sofía, una niña pequeña que había caído allí y se había lastimado la pierna. Mateo rápidamente buscó ayuda y llevó a Sofía hasta su casa para que sus padres pudieran cuidarla.
Desde ese día, Sofía se convirtió en la mejor amiga de Mateo. Juntos decidieron hacer algo para cambiar la forma en que los demás veían a Mateo. Decidieron organizar una campaña contra el bullying en la escuela del pueblo.
Con creatividad e ingenio, crearon carteles y folletos para concientizar sobre el respeto y la importancia de denunciar el maltrato. Invitaron a expertos en bullying para dar charlas en la escuela, donde todos aprendieron cómo detener el acoso.
Poco a poco, las actitudes hacia Mateo comenzaron a cambiar. Los niños y niñas del pueblo se dieron cuenta de que no era un chivato, sino alguien valiente y solidario que solo quería proteger a los demás.
Incluso aquellos que antes lo llamaban —"chivato" se disculparon por su comportamiento pasado. Todos vieron en Mateo un ejemplo a seguir y comenzaron a valorar su valentía. El día de la gran feria del pueblo, Mateo fue nombrado "Héroe del Pueblo".
Recibió una medalla por su coraje y dedicación para hacer del mundo un lugar mejor. Desde ese día en adelante, nadie volvió a llamarlo —"chivato" .
En cambio, todos lo conocían como el niño valiente que defendía a los demás sin temor al qué dirán. La historia de Mateo enseñó al pueblo la importancia de no quedarse callados frente al maltrato. Aprendieron que denunciar es necesario para protegerse unos a otros.
Y así, gracias al coraje de Mateo, el pueblo se convirtió en un lugar más seguro y justo para todos sus habitantes.
FIN.