El héroe de la lámpara mágica
Había una vez en la ciudad de Buenos Aires un niño llamado Juan, quien soñaba con convertirse en un héroe tan poderoso e increíble como los que veía en sus libros y películas favoritas.
Aunque su familia no era muy rica, se consideraba afortunado por tener amor y apoyo incondicional de parte de sus padres. Un día, mientras paseaba por el parque cerca de su casa, Juan encontró una vieja lámpara mágica.
Al frotarla con entusiasmo, apareció frente a él un genio bondadoso que le concedió tres deseos. Juan no podía creer su suerte y rápidamente comenzó a pensar en qué pedir. "¡Wow! ¡Esto es increíble! ¿Qué deseo puedo pedir primero?", pensó Juan emocionado.
Después de darle muchas vueltas, decidió usar su primer deseo para volverse tan fuerte como un superhéroe. En cuestión de segundos, sintió una energía indescriptible recorrer todo su cuerpo y se dio cuenta de que ahora poseía una fuerza sobrenatural.
Con este nuevo poder, Juan se dedicó a ayudar a las personas de su barrio cada vez que surgía algún problema o emergencia.
Rescató gatitos atrapados en los árboles, detuvo ladrones con sus habilidades sobrehumanas y hasta salvó al presidente del país cuando estuvo en peligro. La fama de Juan como héroe poderoso creció rápidamente por toda la ciudad y pronto se convirtió en un símbolo de esperanza y valentía para todos los habitantes.
Sin embargo, a pesar de ser tan increíblemente fuerte, Juan seguía siendo humilde y amable con todos a su alrededor. Un día, mientras paseaba por las calles ayudando como siempre a quienes lo necesitaban, escuchó llantos provenientes de un callejón oscuro.
Se acercó corriendo y descubrió que era una anciana que había caído al suelo y no podía levantarse. "¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte?" -preguntó Juan con preocupación.
La anciana miró asombrada al joven héroe frente a ella y le contó que llevaba años buscando alguien especial para heredarle algo muy valioso: un corazón lleno de bondad y generosidad. Le dijo que había visto en él esas cualidades desde el momento en que lo encontró frotando la lámpara mágica.
Juan comprendió entonces cuál debía ser su segundo deseo: compartir sus dones especiales con aquellos que más lo necesitaban.
Pidió al genio la capacidad de otorgar fuerza y valentía a todas las personas buenas del mundo para que juntas pudieran hacer del planeta un lugar mejor. A partir de ese momento, cada vez que Juan extendía sus manos hacia alguien necesitado, transmitía parte de su fortaleza interior permitiéndoles enfrentar cualquier adversidad con coraje y determinación.
La solidaridad se multiplicaba entre las personas gracias al gesto generoso del joven héroe empoderador. Finalmente llegó el momento del tercer deseo.
Después de reflexionarlo detenidamente durante días enteros junto con sus nuevos amigos fortalecidos por él mismo; finalmente supo qué debían pedir: sabiduría para tomar decisiones justas e inteligentes capaces de guiarlos hacia un futuro brillante donde reinara la armonia entre todos los habitantes del mundo.
Desde ese día, Juan siguiò trabajando incansablemente junto con todos aquellos quienes habian recibido parte de sua maravillosa virtudY vivieron felices por siempre jamás construyendo juntos un mundo lleno de paz, amor, y prosperidad. Fin
FIN.