El héroe de Lola
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Perruna, un perro muy especial llamado Bartolo. Bartolo era un perro callejero que siempre se mostraba triste y desanimado, hasta que un día algo mágico sucedió.
Una mañana soleada, mientras Bartolo paseaba por las calles del pueblo en busca de comida, se cruzó con una niña llamada Lola. Lola era una niña alegre y cariñosa que al ver a Bartolo triste decidió acercarse a él.
"Hola perrito, ¿qué te pasa? Pareces muy triste", dijo Lola con ternura. Bartolo levantó la mirada y vio los ojos llenos de bondad de Lola. Por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de alegría en su corazón.
"Estoy solo y hambriento", respondió Bartolo con voz temblorosa. Lola no dudó ni un segundo y le ofreció parte de su almuerzo a Bartolo. El perro devoró la comida con ansias y luego lamió la mano de la niña en señal de agradecimiento.
Desde ese día, Bartolo y Lola se volvieron inseparables. La niña lo llevaba a pasear, jugar e incluso le construyó una casita en el jardín de su casa.
Con el amor y cuidado de Lola, Bartolo comenzó a transformarse. Su tristeza se fue disipando poco a poco para dar paso a la felicidad. Un día, mientras jugaban en el parque, escucharon unos maullidos provenientes de un árbol cercano.
Era un gatito atrapado en una rama alta sin poder bajar. Sin pensarlo dos veces, Bartolo trepó ágilmente por el árbol y rescató al minino asustado. "¡Gracias por salvarme!", maulló el gatito emocionado.
Lola abrazó a ambos animales con alegría y les dijo: "En la vida no importa si eres grande o pequeño, lo importante es ayudarnos mutuamente". Desde entonces, Bartolo se convirtió en el héroe del pueblo.
Ayudaba a los animales necesitados y enseñaba valores como la amistad, solidaridad y valentía a todos los habitantes de Villa Perruna. La historia del perro Bartolo se difundió rápidamente por todo el pueblo e incluso llegaron periodistas para entrevistarlo.
Pero lo más importante para él era tener el cariño sincero de Lola y saber que había encontrado su lugar en el mundo donde era verdaderamente feliz.
Y así fue como gracias al amor incondicional de una niña bondadosa, El perro bartolo encontró la felicidad que tanto anhelaba y demostró que cualquier ser vivo puede brillar cuando recibe amor y comprensión.
FIN.