El héroe de Mundos Palaleros
Había una vez un pequeño pueblo llamado Palalero, donde todos los habitantes eran muy amigables y siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás. Sin embargo, había un niño llamado Miguel que soñaba con ser un héroe. Miguel miraba siempre al cielo, buscando aventuras y queriendo hacer cosas extraordinarias.
Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró un libro antiguo y polvoriento. Curioso, comenzó a leerlo y descubrió que contenía historias de otros mundos, repletos de criaturas mágicas y retos increíbles. La última página del libro hablaba de un portal que llevaba a esos mundos lejanos.
- “¡Wow! ¡Esto es increíble! ” - exclamó Miguel, mientras su corazón latía fuerte de emoción.
Decidido a ser un héroe, siguió las instrucciones de la página y, tras una corta caminata, encontró una piedra brillante en el centro de un claro. Miguel se acercó y tocó la piedra, de repente, un torbellino de luces lo envolvió y, al instante, se encontró en un mundo asombroso.
En este nuevo lugar, los árboles hablaban y las flores cantaban. Sin embargo, también vio algo aterrador: un dragón triste que lloraba desconsolado.
- “¿Por qué lloras, querido dragón? ” - le preguntó Miguel, acercándose con cuidado.
- “He perdido mi nube mágica, sin ella no puedo volar ni jugar” - respondió el dragón sollozando.
Miguel recordó que había leído sobre la nube en el libro, era un objeto especial que tenía que conseguir a través de pruebas.
- “¡No te preocupes! ¡Te ayudaré a encontrarla! ” - afirmó con valor.
El dragón, que se llamaba Bruno, se sintió aliviado y juntos comenzaron su búsqueda. La primera prueba los llevó a un río caudaloso donde se necesitaba encontrar la forma de cruzar sin mojarse.
- “¡Ya sé! Podemos construir una balsa con las ramas y hojas de estos árboles” - sugirió Miguel.
- “¡Eres muy ingenioso! ” - respondió Bruno.
Juntos, lograron construir una balsa y cruzaron el río, llenos de alegría. Pronto encontraron una cueva oscura donde, según la leyenda, se encontraba la nube mágica. Pero había un desafío: un monstruo guardaba la entrada.
- “¿Cómo vamos a pasar? ” - murmuró Bruno, temblando de miedo.
- “No hay que tener miedo. Quizás solo necesitemos hablar con él. Tal vez le guste un juego” - sugirió Miguel.
Así lo hicieron. Se acercaron al monstruo y Miguel propuso un juego de adivinanzas. Al principio, el monstruo se mostró desconfiado, pero pronto se divirtió y, al final, se olvidó de ser un guardián. Cuando se reía, abrió la entrada a la cueva.
- “¡Adelante, amigos! ¡Pueden pasar! ” - dijo el monstruo, ahora convertido en un buen amigo.
Dentro de la cueva, brillas luces coloridas y allí, en el centro, estaba la nube mágica. Miguel se la acercó, pero de repente, la nube empezó a flotar y no podía atraparla.
- “¡Bruno! ¡Ayúdame! ” - gritó Miguel. Bruno, lleno de determinación, usó su aliento para crear una ventisca que detuvo la nube.
- “¡Lo logramos! ¡La tenemos! ” - dijo Miguel, mientras celebraban juntos.
Regresaron triunfantes, y cuando le entregaron la nube a Bruno, el dragón sonrió como nunca.
- “¡Gracias, Miguel! ¡No sé qué haría sin ti! Ahora puedo volar como siempre.”
- “¡Y yo puedo ser un héroe como en mis sueños! ” - respondió Miguel felizmente.
Después de un emocionante regreso, Miguel se despidió de Bruno y tocó la piedra nuevamente para volver a su hogar.
Al llegar al pueblo de Palalero, todos lo recibieron con aplausos y vítores. Miguel compartió su historia, y entendió que no solo había viajado a otro mundo, sino que había ayudado a alguien y había ido en busca de una solución.
Desde aquel día, Miguel no solo se consideró un héroe, sino que también inspiró a otros niños a buscar aventuras y ayudar a quienes lo necesitaban. Y así, vivieron felices en su pequeño pueblo, descubriendo que ser un héroe consiste en hacer el bien y compartir la amistad con los demás.
FIN.