El héroe gato y las semillas mágicas
Había una vez un dios gato que vivía en el cielo, rodeado de estrellas. Era un ser mágico y poderoso, con pelaje negro brillante y ojos dorados como el sol.
A pesar de su gran poder, este dios gato era muy amable y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Un día, mientras paseaba por las estrellas, el dios gato escuchó unos llantos provenientes de un planeta cercano.
Decidió bajar para ver qué estaba pasando y se encontró con una pequeña niña llamada Luna. "¿Qué te pasa, pequeña?" preguntó el dios gato. "Estoy triste porque no tengo amigos", respondió Luna entre lágrimas. El dios gato sintió mucha compasión por la niña y decidió ayudarla.
Con sus poderes divinos creó una bola de luz brillante que lanzó al espacio exterior. La bola se dividió en miles de pequeñas luces que cayeron sobre todos los planetas del universo.
"Estas luces son semillas mágicas", explicó el dios gato. "Cuando alguien las encuentre y plante en su corazón, crecerá una nueva amistad". Luna tomó algunas semillas mágicas y las plantó en su corazón. Al instante sintió un calor cálido que le hizo sonreír.
Se levantó y corrió hacia otros niños que jugaban cerca, ofreciéndoles algunas semillas para plantar en sus propios corazones. Poco a poco fue haciendo nuevos amigos gracias a las semillas mágicas del dios gato de las estrellas.
Y así, el dios gato se convirtió en amigo de todos los niños del universo. Pero un día, una gran oscuridad comenzó a invadir el cielo. El dios gato sabía que algo malo estaba pasando y decidió investigar.
Descubrió que un malvado demonio había robado todas las semillas mágicas y las había escondido en su guarida. El dios gato no dudó ni un segundo y partió hacia la guarida del demonio.
En una arriesgada aventura logró recuperar todas las semillas mágicas y devolverlas a su lugar en el espacio exterior. "Gracias por salvar mis semillas", dijo el dios gato al regresar al cielo. "Ahora todos podrán seguir haciendo amigos gracias a ellas".
Desde ese día, el dios gato de las estrellas se convirtió en un héroe para todos los habitantes del universo.
Y Luna, quien había sido la primera persona en recibir sus semillas mágicas, siempre recordaría con cariño aquel encuentro con el amable ser divino que le enseñó la importancia de hacer amigos verdaderos.
FIN.