El Héroe Secreto de la Ciudad
Felipe Lynch era un niño común y corriente, pero tenía una gran imaginación. Siempre soñaba con ser un superhéroe que pudiera salvar a su mamá de los malos muchachos que se metían con ella en la calle.
Un día, mientras caminaban juntos por el parque, unos chicos mayores comenzaron a molestar a Paula Gallo. Le quitaron su bolso y comenzaron a burlarse de ella. Felipe sintió coraje e impotencia al ver lo ocurrido.
Pero entonces, recordó algo que le había dicho su abuelo: "Siempre hay un héroe dentro de ti". Así fue como Felipe decidió transformarse en el héroe que siempre había querido ser.
Cerró los ojos y se concentró en sus pensamientos más fuertes y valientes. Cuando los volvió a abrir, descubrió que estaba vestido con una capa roja y una máscara negra. - ¡Alto ahí! - dijo Felipe en su nueva voz profunda.
Los malos muchachos se rieron al principio, pero luego se asustaron al ver cómo Felipe salía corriendo hacia ellos con fuerza sobrenatural. - No te metas en esto, nene - dijeron los chicos mayores mientras intentaban escapar. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.
Felipe saltaba por encima de las bancas del parque como si fueran pequeñas piedras, persiguiendo a los ladrones sin piedad. Finalmente logró atraparlos y recuperar el bolso de su mamá.
Los devolvió sanos y salvos antes de desaparecer misteriosamente entre las sombras del parque. - ¿Quién era ese chico? - se preguntaron los malos muchachos, asombrados por lo que acababa de ocurrir. Desde entonces, Felipe Lynch se convirtió en el héroe secreto de la ciudad.
Siempre estaba atento y dispuesto a ayudar a quienes lo necesitaran, sin importar si eran amigos o desconocidos. Gracias a su valentía y perseverancia, muchos otros niños también comenzaron a creer en sí mismos y en las posibilidades que tenían dentro de ellos.
Y así, poco a poco, la ciudad se fue llenando de héroes anónimos que luchaban contra el miedo y la injusticia cada día. Felipe nunca olvidó aquel momento cuando decidió transformarse en superhéroe para defender a su mamá Paula Gallo.
A partir de ese día aprendió que no hay límites para la imaginación ni para el coraje.
FIN.