El héroe silencioso


. Emmanuel vivía en una pequeña ciudad rodeada de montañas y bosques, donde todos se conocían y se saludaban por la calle.

A pesar de que no podía hablar muy bien, a él le gustaba mucho caminar por las calles del pueblo y saludar a la gente. Un día, mientras caminaba por el mercado, Emmanuel vio una hermosa flor amarilla en un puesto de flores.

Se acercó al vendedor y con mucho esfuerzo logró decir:- ¿Cuánto cuesta esta flor? El vendedor lo miró extrañado pero entendió lo que Emmanuel quería decir. - Esta flor cuesta cinco pesos -respondió el vendedor. Emmanuel sonrió emocionado, sacó su billetera y pagó los cinco pesos.

Tomó la flor entre sus manos y siguió caminando por el mercado. La gente lo miraba curiosa pero él no les prestaba atención, solo estaba feliz con su nueva adquisición. De repente, escuchó unos gritos: "¡Fuego! ¡Fuego!".

Algunas personas corrían asustadas hacia donde provenían los gritos mientras otras intentaban apagar las llamas con baldes de agua. Emmanuel sintió miedo al ver el humo negro que salía de una casa cercana al mercado.

Quería ayudar pero no sabía cómo hacerlo hasta que recordó algo importante: hace algunos días había visto un cartel en la plaza del pueblo anunciando clases gratuitas para aprender lenguaje de señas.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la plaza mientras sostenía fuertemente su preciada flor amarilla en una mano. Cuando llegó a la plaza encontró a un grupo de personas aprendiendo lenguaje de señas con un profesor muy amable. Emmanuel se acercó al profesor y le mostró la flor.

Con gestos y señas, logró explicarle lo que había pasado en el mercado. El profesor entendió rápidamente y juntos comenzaron a comunicarse mediante lenguaje de señas. - ¿Quieres ayudar a apagar el fuego? -preguntó el profesor.

Emmanuel asintió emocionado y corrió hacia la casa en llamas junto al grupo de personas que habían aprendido lenguaje de señas. Todos trabajaron juntos para apagar el fuego y salvar las casas cercanas.

Cuando todo terminó, Emmanuel regresó al mercado sosteniendo su flor amarilla con una sonrisa enorme en su rostro. La gente lo miraba sorprendida pero esta vez no era por su dificultad para hablar, sino por la valentía que demostró al ayudar a apagar el fuego gracias a su capacidad para comunicarse mediante lenguaje de señas.

A partir de ese día, Emmanuel se convirtió en un héroe del pueblo. La gente lo saludaba con respeto y admiración porque sabían que detrás de esa dificultad para hablar había una gran fortaleza para comunicarse de otras maneras.

Y así, Emmanuel descubrió que aunque no pudiera hablar como los demás niños, tenía otras habilidades igualmente importantes: la valentía, la perseverancia y la capacidad para buscar nuevas formas de comunicación.

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