El Héroe y la Oveja Valiente
En un reino lejano, donde las montañas se alzaban hasta tocar el cielo y los ríos cantaban al pasar, vivía un dragón llamado Dracón. A diferencia de los otros dragones, que eran temidos por sus fuego y colmillos afilados, Dracón solo deseaba ser amigo de todos. Sin embargo, su gran tamaño y su imponente figura hacían que todos en el reino lo temieran.
Un día, mientras Dracón volaba sobre el campo, vio a una pequeña oveja que se había perdido. Era una ovejita orejona, blanquita y algo asustada.
- ¡Hola! - dijo Dracón con voz suave - ¿Te encontraste sola?
La oveja, temblando, respondió:
- Sí, no sé cómo regresar a mi rebaño. Todos me han dicho que los dragones son peligrosos. Pero... no pareces tan malo.
- ¡Oh! No soy malo, sólo quiero ayudar. - contestó Dracón - ¿Te gustaría que te lleve a casa?
Al principio, la oveja dudó, pero al ver la ternura en los ojos de Dracón, decidió confiar en él.
Sin embargo, al regresar al rebaño, se encontraron con que todos los demás animales estaban aterrorizados al ver a Dracón.
- ¡Huyan, es un dragón! - gritó un ovejo viejo, mientras los demás corrían en diferentes direcciones.
La oveja, temiendo por su nuevo amigo, dio un paso al frente y dijo:
- ¡Espera! Dracón no es peligroso. ¡Él me ayudó a encontrar el camino de regreso!
Los otros animales se detuvieron. La ovejita continuó:
- A veces, juzgamos a los demás sin conocerlos. Dracón solo quiere ser nuestro amigo.
Algunas ovejas se acercaron, pero otras seguían temerosas. Para variar la situación, un grupo de caballos, que siempre habían admirado a Dracón desde la distancia, se acercó para observar más de cerca.
- Está bien, déjame hablar con él - dijo uno de los caballos, llamado Centauro. - Tal vez, si entablamos una conversación, podamos entendernos.
Dracón, sintiéndose confundido, intentó mostrar su mejor sonrisa y dijo:
- Yo sólo quiero ser amigo, no quiero que se asusten de mí.
Centauro, emocionado, habló:
- ¿Cómo puede ser que un dragón quiera ser amigo de nosotros, de simples animales de granja?
- Porque todos merecemos ser amigos, sin importar lo que somos - afirmó Dracón mientras sus alas brillaban con el sol.
Poco a poco, los animales comenzaron a acercarse. La ovejita tomó la delantera y dijo:
- Si todos somos valientes y dejamos a un lado nuestros miedos, podremos jugar juntos y vivir en paz.
La atmósfera cambió, y, tras unos minutos, algunos animales estaban tan entretenidos que comenzaron a jugar. Dracón dejó escapar unas llamitas de su boca - no de fuego, sino de colores - para alegrar el ambiente.
- ¡Miren esos colores! - exclamó una cabra gladia, llena de emoción.
Sin embargo, la alegría duró poco, porque de repente apareció un grupo de monstruos del bosque que comenzaron a asustar a los animales, intentando robar lo que encontraran en el campo.
- ¡Ayuda! - gritaron todos.
Dracón, viendo el pánico en las caras de sus nuevos amigos, decidió actuar.
- ¡No se preocupen, yo me encargo! - dijo el dragón con decisión.
Voló alto y, en un giro espectacular, lanzó sus llamitas de colores hacia los monstruos, quienes se asustaron y se fueron corriendo al bosque.
Los animales estallaron en vítores.
- ¡Eres un héroe, Dracón! - gritaron con alegría.
La oveja, emocionada, se acercó al dragón y dijo:
- ¡Lo hiciste! Nos salvaste a todos. Ahora sabemos que no debes temer a los que son diferentes.
Desde ese día, Dracón no solo fue aceptado como amigo, sino también como héroe del reino. Todos los animales comprendieron que la valentía y la amistad podían desafiar cualquier temor.
Los años pasaron y Dracón se convirtió en el protector de las ovejas. Todos los días, jugaban juntos, aprendiendo que no importa cuán diferente seas, lo importante es el corazón que llevas dentro.
Y así, en un mundo lleno de aventuras, amistad y colores, el dragón y la oveja vivieron felices, enseñando a los demás que la verdadera victoria se alcanza cuando aprendemos a amarnos y respetarnos mutuamente.
FIN.