El Héroe y la Pared Inquebrantable



En un reino muy lejano, donde las leyes de la física cuántica gobernaban la realidad, vivía un joven héroe llamado Qim. Este reino, conocido como Cuantilandia, estaba protegido por una gigantesca pared, construida no con ladrillos y mortero, sino con las mismas partículas que conforman el universo. La pared era inquebrantable, y su función era resguardar al reino de todo tipo de peligros.

Un día, mientras exploraba los confines de la aldea, Qim se encontró con su mejor amiga, Lila.

"¡Hola, Qim! ¿Viste lo que hay del otro lado de la pared?" preguntó Lila con curiosidad.

"No, nunca he cruzado. Dicen que es peligroso", respondió Qim, mirando la imponente estructura.

Lila, con su espíritu aventurero, sugirió:

"¿Por qué no intentamos? Tal vez haya algo increíble esperándonos. ¡Podría ser nuestra oportunidad de ser verdaderos héroes!".

Aunque algo en su corazón dudaba, Qim decidió acompañar a Lila. Juntos se acercaron a la pared y empezaron a buscar un punto débil. Pero la pared no solo era resistente; también era inteligente. Y de repente, ante ellos apareció una esfera de energía radiante.

"Soy el Guardián de la Pared Inquebrantable", dijo la esfera con una voz etérea. "¿Cuál es su intención?".

"Queremos cruzar y descubrir lo que hay del otro lado", declaró Qim.

"El que desee cruzar debe demostrar su valor y su ingenio. Resuelvan este acertijo y les permitiré pasar", dijo el Guardián, mientras un brillo envolvía todo a su alrededor.

El Guardián planteó el acertijo: "Soy algo que puedes romper sin tocarlo. ¿Qué soy?".

Qim se rascó la cabeza y Lila se quedó en silencio, pensando. Después de un par de minutos, Lila recordó algo que su madre le había dicho.

"¡El silencio!" gritó emocionada.

"Correcto" , respondió el Guardián. "Han demostrado inteligencia y valentía".

En ese instante, la pared brilló intensamente y comenzó a desvanecerse, revelando un paisaje desconocido. Cruzaron a un mundo magnífico lleno de coloridos paisajes.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que no todo era perfecto. Mientras exploraban, encontraron criaturas místicas que estaban siendo acosadas por un gigantesco dragón cuya sombra cubría el sol.

"¡Ayuda!" gritó una de las criaturas. "El dragón roba nuestra luz y nuestra felicidad".

Qim y Lila se miraron asombrados. Sabían que tenían que ayudar.

"Debemos enfrentarnos a la bestia", dijo Qim, con una determinación renovada.

"Pero eso será peligroso", replicó Lila.

"Sí, pero hemos cruzado la pared y demostrado nuestro valor. Ahora debemos actuar como verdaderos héroes", insistió Qim.

Reuniendo valor, los dos amigos se acercaron al dragón. Qim recordaba cómo en la aldea solían contar leyendas sobre dragones que eran en realidad guardianes de la naturaleza. Tenía que haber una manera de hacerlo razonar.

"¡Dragón!" gritó Qim, con voz firme. "¿Por qué actúas así?".

El dragón se detuvo, sorprendido de que alguien lo molestara.

"¡Nadie se atreve a hablarme así!" rugió, pero dentro de él había un destello de curiosidad.

"Solo queremos entender por qué robas la luz y la felicidad de estas criaturas", contestó Lila.

Después de un momento de silencio, el dragón respondió:

"He estado solo por tanto tiempo que no sé cómo comportarme. ¡Solo busco compañía!".

Qim y Lila se miraron, sorprendidos.

- “Tal vez no sea tarde para encontrar amigos, Dragón. Aquí hay muchas criaturas que te darían la bienvenida si les demuestras que puedes ser diferente”, sugirió Qim con empatía.

Durante un largo rato, el dragón escuchó a los jóvenes y poco a poco comenzó a soltarse. Aceptó su error y se disculpó con las criaturas.

"¡Gracias!", gritó el líder de las criaturas. "¡Nunca creí que esto sería posible!".

Qim, Lila y el dragón juntos trabajaron para devolverle la luz a los lugares oscuros. Desde aquel día, el dragón se convirtió en protector de Cuantilandia, y la amistad entre él y las criaturas floreció.

Al regresar a Cuantilandia, Qim y Lila entendieron que un verdadero héroe no siempre se enfrenta con la espada, sino que a veces, el coraje se encuentra en el entendimiento y la amistad. La pared que alguna vez les pareció inquebrantable, ahora existía solo como un recordatorio de que los límites pueden ser superados si uno tiene fe en la curiosidad, el ingenio y la bondad.

Y así, los jóvenes héroes regresaron a su hogar, listos para nuevas aventuras.

FIN.

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