El Hijo del Abismo



Era una tarde oscura en el pequeño pueblo de Villaflores. Las nubes cubrían el cielo como si invadieran su espacio, dejando escapar relámpagos de vez en cuando. En este pueblo, la leyenda del "Hijo del Abismo" llevaba generaciones susurrándose entre los ancianos. Muchos decían que era un ser que habitaba en lo más profundo del bosque, un alma atormentada que solo salía de su escondite cuando la luna estaba llena.

Un grupo de amigos: Lía, Tomás y Joaquín, decidieron que era hora de desmentir la leyenda. Habían escuchado a sus padres hablar de cosas extrañas y desapareciones que nunca se habían resuelto, y querían afrontar su miedo. Así que se armaron de valor una noche y se adentraron en el bosque.

Las risas y las bromas llenaban el aire mientras caminaban.

-*No puede ser tan aterrador, sólo es una historia para asustar a los chicos. ¡Vamos a demostrar que no existe el Hijo del Abismo! *- dijo Joaquín, tratando de ocultar su propio miedo detrás de una sonrisa.

-*Sí, claro. El Hijo del Abismo es solo un invento para que no salgamos de noche,*- añadió Lía, con voz temblorosa.

Al adentrarse más en el bosque, el ambiente cambió. Los árboles parecían susurrar secretos entre ellos, y una densa niebla comenzó a rodearlos.

-*Che, ¿no sienten que este lugar está raro? *-, preguntó Tomás, comenzando a dudar de la valentía que habían demostrado al principio.

-*¿Estás asustado, Tomás? *-, bromeó Joaquín, aunque él también sentía escalofríos.

De repente, un fuerte ruido proveniente de detrás de unos arbustos hizo que todos se detuvieran.

-*¿Qué fue eso? *-, murmuró Lía, asustada.

Al acercarse poco a poco, vieron que era solo un ciervo que se asustó por su presencia.

-*Bueno, eso no era nada. Sigamos,*- dijo Joaquín, aunque su tono era un poco más firme de lo que intentaba.

Ya casi llegaban a un claro cuando un rayo iluminó el espacio. Fue entonces cuando lo vieron: una figura oscura, de ojos brillantes mirándolos desde la orilla del arroyo.

-*Soy el Hijo del Abismo*-, dijo la figura con una voz profunda y resonante. Los amigos se miraron entre sí con miedo.

-*¿Quién sos? *-, preguntó Lía, tratando de no temblar. El Hijo del Abismo tomó un paso adelante.

-*Soy la sombra de aquellos que temen a lo desconocido. Mi historia se ha malinterpretado, y vengo a contarles qué hay detrás de esta leyenda.*-

Se miraron, confundidos.

-*Pero todas las historias dicen que eres malo,*- dijo Tomás, sin poder evitarlo.

-*Eso es porque no se toma en cuenta el miedo que se transmite como verdad. Yo era un niño como ustedes, antes de que la gente comenzara a hablar. Estaba perdido en este bosque, y desde entonces, he sido arrancado de mi hogar y convertido en mito. No soy un monstruo, sino un guardián de los secretos de la naturaleza.*-

Los amigos comenzaron a sentir compasión por el Hijo del Abismo.

-*¿Por qué no viniste a contarnos la verdad? *-, preguntó Lía, con arrebato de valentía.

-*Me dejaron solo y ellos temían lo que no conocían. Pero ustedes son diferentes; se atreven a explorar, por eso los encontré. Pero no tengo intenciones de hacerles daño.*-

Entonces, el Hijo del Abismo comenzó a narrar historias sobre el bosque y la importancia de cuidarlo. Habló sobre cómo todo ser tiene su razón de ser y que hasta los miedos pueden ser superados si se enfrentan con curiosidad y respeto.

-*Debemos aprender a convivir con nuestros miedos, no a temerles. Al final, el bosque es un hogar para muchos, y ustedes son nuevos guardianes, como yo.*-

Tomás, Lía y Joaquín escucharon atentamente cada palabra. Cuando el Hijo del Abismo terminó, la niebla comenzó a despejarse, y el claro se vio iluminado por la luna llena.

-*No tengo mucho tiempo, pero si van al pueblo, díganles que no soy un monstruo. Solo quiero ser comprendido y cuidar de este lugar junto a ustedes. Este bosque necesita su fuerza, y juntos podemos protegerlo.*-

Los amigos asintieron, ahora con una nueva perspectiva.

-*No te dejaremos solo,*- prometió Joaquín, con determinación.

Al regresar a VillaFlores, contaron su historia y se convirtieron en defensores del bosque, cuidando su entorno y enseñando a otros a no temer lo que no conocen. La leyenda del Hijo del Abismo ya no fue vista como un cuento aterrador, sino como una historia de amistad y cuidado por la naturaleza que perduraría en el tiempo.

FIN.

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