El hilo de mi amor propio
Había una vez una niña llamada Majadi, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Majadi era muy especial porque tenía la habilidad de tejer con hilos mágicos.
Podía crear hermosos tejidos con sus manos, pero su mayor deseo era tejer su propio cuerpo. Majadi estaba cansada de sentirse insegura y poco valiosa.
Quería ser fuerte y confiar en sí misma, así que decidió que cada día tejería una parte nueva de su cuerpo a medida que se fuera queriendo más. Un día, comenzó por los pies. Con mucho amor y dedicación, tejió unos pies fuertes para caminar sin temor por el mundo. Al día siguiente, le tocaba tejer las piernas.
Las hizo ágiles y veloces para correr detrás de sus sueños. Majadi siguió tejiendo cada parte de su cuerpo con paciencia y amor propio.
Tejió un corazón grande y generoso para amar a los demás, brazos poderosos para abrazar a quienes lo necesitaran, ojos curiosos para ver las maravillas del mundo y oídos atentos para escuchar a los demás. Pero no todo fue fácil para Majadi.
En cierta ocasión, mientras tejía sus manos, tuvo un accidente y se lastimó uno de sus dedos. Estaba triste porque pensaba que ya no podría seguir adelante con su proyecto. "¿Qué pasará ahora? ¿Cómo podré terminar mi cuerpo si me falta un dedo?", se preguntaba angustiada.
En ese momento apareció Panchito, el sabio anciano del pueblo quien, con su voz serena, le dijo: "Querida Majadi, no te preocupes por ese dedo que falta.
Recuerda que la perfección no está en tener un cuerpo perfecto, sino en amarte tal como eres". Majadi reflexionó sobre las palabras de Panchito y decidió seguir adelante. Tejió su cabeza llena de ideas brillantes y una sonrisa radiante para iluminar el mundo.
Cuando finalmente terminó de tejer su cuerpo, se dio cuenta de lo maravilloso que era. Cada parte tenía un propósito especial y único. Se sintió completa y feliz por haberse aceptado a sí misma tal como era.
Un día, mientras caminaba por el pueblo mostrando su cuerpo tejido con amor propio, los demás niños se acercaron a ella asombrados. "¡Majadi! ¡Eres increíble! ¿Cómo lograste tejer tu propio cuerpo?", preguntaron emocionados.
Majadi les explicó cómo había aprendido a quererse más cada día y cómo eso le había permitido crear un cuerpo lleno de amor y confianza en sí misma. Desde aquel día, Majadi se convirtió en una inspiración para todos los niños del pueblo. Les enseñaba la importancia de amarse a uno mismo y valorar sus propias cualidades únicas.
Y así fue como Majadi demostró al mundo entero que cuando nos amamos a nosotros mismos, podemos lograr grandes cosas y ser verdaderamente felices.
FIN.