El hipo del dragón valiente


Había una vez un pequeño dragón llamado Draco que vivía en una cueva en lo alto de la montaña.

A pesar de ser valiente y amigable, tenía un problema muy peculiar: ¡tenía un hipo tan fuerte que cada vez que lo tenía, provocaba terremotos en todo el reino! Un día, cansado de causar tanto alboroto con su hipo, Draco decidió buscar ayuda. Voló hasta el bosque encantado donde vivía una sabia bruja llamada Luna.

Se decía que ella tenía el poder de curar cualquier mal. Cuando Draco llegó a la casa de Luna, estaba nervioso pero decidido a solucionar su problema. Golpeó suavemente la puerta y esperó ansioso mientras escuchaba unos pasos acercarse.

La puerta se abrió lentamente y allí estaba Luna, con su sombrero puntiagudo y su larga capa morada. Al ver al pequeño dragón frente a ella, sonrió amablemente. "¡Hola, querido Draco! ¿En qué puedo ayudarte hoy?"- preguntó Luna con voz dulce.

Draco le contó sobre su hipo fuerte y cómo causaba problemas en todo el reino. Le suplicó a Luna que encontrara una solución para él. Luna reflexionó por un momento y luego dijo: "Tengo una idea, querido Draco.

Pero primero necesito saber qué te provoca ese hipo tan fuerte". El pequeño dragón pensativo respondió: "Pues... generalmente me da cuando estoy nervioso o asustado".

Luna sonrió comprensivamente y le pidió a Draco que esperara afuera mientras preparaba una poción especial para él. Después de unos minutos, Luna salió con una pequeña botella en sus manos. "Aquí tienes, Draco. Esta poción te ayudará a controlar tu hipo y a sentirte más tranquilo".

Draco bebió la poción y de repente sintió cómo su pecho se llenaba de calma. El hipo desapareció por completo y el dragón se sintió aliviado. "¡Muchas gracias, Luna! ¡Eres increíble!"- exclamó Draco emocionado.

Luna sonrió y le dijo: "Recuerda, querido Draco, que el miedo es normal pero no debemos dejar que nos controle. Siempre hay una solución para cada problema". Draco asintió con la cabeza y prometió recordar las palabras sabias de Luna.

A partir de ese día, Draco volvió a su cueva en lo alto de la montaña y vivió felizmente sin causar terremotos en el reino. Aprendió a controlar su miedo y siempre recordaba las enseñanzas valiosas de Luna.

Y así, el pequeño dragón aprendió que no importa cuán grande sea un problema o cuán fuerte sea un hipo, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos si tenemos el valor suficiente para pedirlo.

Y esa fue la historia del dragón que superó su hipo gracias al poder del coraje y la amistad.

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