El hockey sin límites
Había una vez un grupo de amigos en un pequeño pueblo llamado Villa Bochita. A estos amigos les encantaba jugar al hockey y siempre se reunían en el parque para divertirse juntos.
Un día, mientras jugaban su partido semanal, uno de los chicos llamado Martín tuvo una idea emocionante.
Dijo: "¡Chicos, vamos a hacer algo diferente hoy! En lugar de usar nuestros palos y la bocha, vamos a correr detrás de ella como si fuéramos perros persiguiendo una pelota". Todos los demás amigos se miraron con entusiasmo y dijeron: "¡Sí, eso suena muy divertido!". Así que comenzaron a correr detrás de la bocha por todo el parque.
Saltaban obstáculos imaginarios y hacían movimientos ágiles para intentar atraparla. Parecía que estaban jugando al hockey pero sin palos ni patines. Mientras tanto, en un rincón del parque, había un niño llamado Juanito que estaba observando a los chicos jugar.
Él era muy tímido y no tenía muchos amigos. Siempre se quedaba solo viendo cómo los demás se divertían. Juanito quería mucho ser parte del juego también, así que decidió acercarse tímidamente a los chicos mientras corrían detrás de la bocha.
Sin embargo, cuando estaba a punto de hablarles, tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. Los chicos se dieron cuenta y rápidamente fueron hacia él para ayudarlo. Martín le preguntó preocupado: "¿Estás bien? ¿Te lastimaste?".
Juanito avergonzado respondió: "No, no me lastimé, solo soy un poco torpe". Martín sonrió y dijo: "¡No te preocupes! Todos nos caemos a veces. ¿Por qué no te unes a nosotros en el juego?". Juanito se sorprendió y emocionó al mismo tiempo.
Dijo con una gran sonrisa en su rostro: "¡Sí, me encantaría!". Desde ese día, Juanito se convirtió en parte del grupo de amigos de Villa Bochita. Juntos jugaron al hockey corriendo detrás de la bocha durante mucho tiempo.
Descubrieron que podían ser creativos e inventar nuevas formas de divertirse sin importar las reglas tradicionales del juego. Un día, mientras jugaban, Martín tuvo otra idea brillante.
Les dijo a sus amigos: "¿Qué tal si invitamos a otras personas del pueblo a unirse a nosotros? Podríamos enseñarles cómo jugar al hockey corriendo". Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a invitar a otros niños y adultos del pueblo para que se sumaran.
Pronto, el parque estaba lleno de risas y alegría mientras todos jugaban juntos. El juego corriendo detrás de la bocha se volvió tan popular que incluso organizaron torneos en los que participaba toda la comunidad.
Fue una experiencia maravillosa para todos porque aprendieron que no importa cuál sea tu habilidad o talento, siempre puedes encontrar una forma única y divertida de disfrutarlo junto con los demás.
Y así fue como el pequeño pueblo de Villa Bochita se convirtió en un lugar donde el juego del hockey corriendo trajo alegría e inclusión a todos. Y Juanito, el niño tímido, se convirtió en un jugador estrella que inspiró a otros a nunca rendirse y siempre buscar nuevas formas de divertirse.
Y colorín colorado, esta historia de hockey corriendo ha terminado.
FIN.