El hogar de Arcoiris
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, un niño llamado Tomás. Tomás era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró una extraña criatura.
Era un conejito de colores brillantes que hablaba. El conejito se presentó como Arcoiris y le contó a Tomás que necesitaba ayuda para encontrar su hogar perdido. Tomás, emocionado por esta nueva misión, aceptó ayudar a Arcoiris.
Juntos comenzaron a buscar pistas en el bosque para descubrir dónde vivía el conejito mágico. Después de mucho caminar y explorar diferentes lugares, llegaron a un claro lleno de flores multicolores. Era un lugar hermoso y lleno de vida.
Arcoiris sintió una fuerte conexión con ese lugar y supo que había encontrado su hogar. Tomás se alegró mucho al ver la felicidad del conejito y decidió hacer algo especial por él.
Se puso manos a la obra y construyó una pequeña casita entre las flores para que Arcoiris pudiera vivir cómodamente. Arcoiris saltaba de alegría cuando vio la casita hecha especialmente para él.
Estaba tan feliz que decidió invitar a todos los animales del bosque a celebrar juntos en su nuevo hogar. Los pájaros cantaban melodías hermosas, los ciervos bailaban entre los árboles y hasta las mariposas hicieron una exhibición colorida en honor al nuevo amigo de Tomás.
Todos estaban encantados con la amabilidad de Tomás y con la alegría que Arcoiris les transmitía. Desde ese día, Villa Feliz se convirtió en un lugar aún más especial gracias a la presencia del conejito mágico.
Tomás aprendió una gran lección: el poder de ayudar a los demás y hacerlos felices. Aprendió que no importa cuán pequeño sea uno, siempre puede marcar la diferencia en el mundo.
Y así, Tomás y Arcoiris se convirtieron en grandes amigos, explorando juntos nuevos lugares y llevando alegría a todos los habitantes de Villa Feliz. Fin.
FIN.