El hogar de Don Gato y René



En la acogedora casa de la abuela Margarita vivían muchos animales: un gato llamado Don Gato, un ratón travieso llamado René y una familia de pájaros que cantaban alegremente en el jardín.

A pesar de ser muy diferentes, todos convivían en armonía bajo el techo de tejas rojas. Un día, mientras la abuela Margarita preparaba sus deliciosas empanadas de carne en la cocina, René decidió aventurarse por los rincones más peligrosos de la casa.

El pequeño ratón había escuchado rumores sobre un tesoro escondido detrás del viejo reloj de pared y estaba decidido a encontrarlo. Al mismo tiempo, Don Gato acechaba desde las sombras con sus ojos brillantes y su cola erguida.

Estaba cansado de las travesuras de René y quería enseñarle quién mandaba en aquella casa. René se deslizó sigilosamente por el pasillo hasta llegar al salón principal, donde se encontraba el imponente reloj antiguo.

Justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, Don Gato saltó frente a él con un rugido feroz. "¡Atrápame si puedes, gatito tontorrón!", gritó René con valentía mientras corría en círculos alrededor del sofá. Don Gato persiguió al ratón por toda la sala, derribando jarrones y cuadros en su camino.

La abuela Margarita escuchó el alboroto y corrió hacia allí para ver qué estaba sucediendo. Al entrar en la habitación, vio a René atrapado en una esquina y a Don Gato listo para darle caza.

Sin embargo, en lugar de regañar a los animales, la abuela Margarita tuvo una idea brillante. "¡Deténganse! No hay necesidad de pelear entre ustedes", dijo la abuela con voz firme pero amable. "En esta casa todos tienen un lugar especial".

Don Gato y René se miraron sorprendidos. Nunca antes habían escuchado esas palabras tan sabias provenientes de alguien tan gentil como la abuela Margarita.

La abuela les explicó que cada uno tenía habilidades únicas que podían beneficiar al hogar si trabajaban juntos. Propuso que René ayudara a mantener alejados a los insectos molestos con su agilidad para colarse por rendijas estrechas, mientras que Don Gato podría vigilar la casa durante las noches para ahuyentar posibles intrusos.

Los dos animales asintieron lentamente ante la propuesta de la abuela Margarita. Comenzaron a colaborar juntos en lugar de pelearse, descubriendo lo mucho que podían lograr cuando trabajaban como equipo.

Con el paso del tiempo, Don Gato y René se convirtieron en inseparables compañeros dentro del hogar de la abuela Margarita. Juntos cuidaban de la casa y protegían a los demás animales con cariño y dedicación.

Y así fue como aprendieron que no importa cuán diferentes sean dos seres vivientes; siempre hay espacio para el respeto mutuo y la colaboración sincera cuando se trata de construir un hogar feliz para todos sus habitantes.

FIN.

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