El hogar de Juan


Había una vez en un bosque muy oscuro, un pequeño zorro llamado Juan. Juan siempre estaba triste porque su hogar no era tan bonito como los de sus amigos animales.

Él vivía en una cueva muy oscura y llena de ácido que hacía que su hogar oliera muy mal. Un día, mientras caminaba por el bosque, conoció a Sofia, una mariposa muy feliz que volaba libremente entre las flores del bosque.

Ella notó la tristeza de Juan y decidió ayudarlo. "¿Qué te pasa, amigo?"- preguntó Sofia. "Estoy triste porque mi hogar es feo y huele mal"- respondió Juan con lágrimas en los ojos.

Sofia le explicó a Juan que él podía cambiar su situación si trabajaba duro para conseguir lo que quería. Le dijo que la luz siempre brilla después de la oscuridad y que él podía encontrar la felicidad si se lo proponía.

Juan decidió seguir el consejo de Sofia y comenzó a trabajar duro para arreglar su hogar. Quitó todo el ácido y limpió cada rincón hasta dejarlo fresco como las flores del bosque. También encontró algunas ramas secas para hacer muebles nuevos y decoraciones hermosas para su cueva.

Cuando terminaron los arreglos, Sofia vino a visitarlo nuevamente para ver cómo había quedado todo.

Al entrar en la cueva, ella exclamó:"¡Wow! ¡Juan tu casa está increíble! ¡Es tan hermosa como cualquier otra casa en el bosque!"Juan sonrió feliz al escuchar estas palabras ya que finalmente se sentía orgulloso de su hogar. Él agradeció a Sofia por sus consejos y le dijo que se sentía más feliz ahora. "Gracias, Sofia, nunca olvidaré tu ayuda.

Me enseñaste que si uno trabaja duro puede conseguir lo que quiere y ser feliz"- dijo Juan emocionado. De repente, el sol comenzó a brillar en la cueva de Juan iluminando todo el lugar con una luz hermosa.

Era un día fresco y perfumado como solo podía ser en un bosque maravilloso como aquel. Juan miró hacia arriba y sonrió al sol mientras pensaba:"Sofia tenía razón, la luz siempre brilla después de la oscuridad".

Desde ese día, Juan vivió feliz en su hogar renovado gracias a su esfuerzo y perseverancia. Y cada vez que alguien venía a visitarlo, él compartía con ellos la historia de cómo aprendió que nunca hay que rendirse ante las dificultades porque siempre hay una manera de superarlas.

Dirección del Cuentito copiada!