El Hogar de la Amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, Martín y su mamá vivían en una casita muy humilde.
La casa era pequeña y ya no podían seguir viviendo allí, necesitaban encontrar un lugar más grande y cómodo para poder estar felices juntos.
Una mañana, mientras desayunaban pan con dulce de leche, Martín le dijo a su mamá:- Mamá, ¿por qué no buscamos una casa nueva donde podamos tener más espacio? La mamá de Martín suspiró y le respondió:- Sí hijo, sería maravilloso poder encontrar un hogar más grande para nosotros dos. Decidieron salir a buscar por el pueblo alguna casa que estuviera en alquiler.
Caminaron por las calles observando los carteles que anunciaban propiedades disponibles, pero ninguna les convencía del todo. Hasta que llegaron al final del pueblo y vieron una hermosa casa con un jardín lleno de flores de colores. - ¡Mamá, mira esa casa! ¡Es perfecta para nosotros! - exclamó Martín emocionado.
Su mamá sonrió y se acercaron a leer el cartel que decía: "Se alquila esta hermosa casa con jardín". Llamaron al número que aparecía en el cartel y concertaron una visita para ver la casa.
Al entrar quedaron maravillados por lo amplia y luminosa que era. Tenía tres habitaciones, un salón grande y hasta un patio trasero donde podrían plantar tomates como a la mamá le gustaba. - ¡Es perfecta! - gritó Martín dando vueltas por la sala.
La dueña les explicó las condiciones del alquiler y acordaron mudarse cuanto antes. Esa misma tarde comenzaron a empacar sus cosas en cajas mientras cantaban canciones alegres. Estaban felices de empezar esta nueva etapa en su vida juntos.
Cuando terminaron de empacar subieron todas las cajas al camión que habían alquilado para llevar sus cosas hasta la nueva casa. Al llegar a Villa Esperanza todos los vecinos salieron a recibirlos con globos y pancartas de bienvenida.
Les ayudaron a llevar las cajas hasta la puerta de su nuevo hogar mientras compartían risas y abrazos. - ¡Gracias por ayudarnos tanto! - dijo la mamá de Martín emocionada.
- No hay problema vecina, aquí estamos para apoyarnos siempre - respondió uno de los vecinos sonriendo. Martín corrió hacia el jardín e invitó a todos los niños del barrio a jugar en su nuevo patio trasero.
Jugaron al fútbol, saltaron en el trampolín e incluso organizaron una merienda con tortas caseras hechas por la mamá de Martín. Al caer la noche, todos se despidieron con alegría deseándoles mucha felicidad en su nuevo hogar.
Martín se acostó feliz en su cama nueva pensando en todas las aventuras que vivirían junto a su mamá en ese lugar tan especial. Y así fue como Martín y su mamá encontraron no solo una nueva casa donde vivir, sino también nuevos amigos dispuestos a acompañarlos en cada paso que dieran.
Juntos descubrieron que cuando se tiene amor y solidaridad todo es posible, incluso convertir una simple mudanza en una gran fiesta llena de amor y alegría.
FIN.