El hogar de los amigos emplumados
Había una vez una niña llamada Nena que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Todos los días, después de la escuela, Nena iba a jugar a la plaza del pueblo con sus amigos.
Les encantaba correr por el parque, columpiarse y jugar al escondite. Un día, mientras jugaban tranquilamente en la plaza, Nena notó algo extraño en uno de los árboles cercanos. Era un nido de pájaros abandonado y solitario.
Se acercó para verlo mejor y se dio cuenta de que había varios huevos rotos debajo del nido. "¡Chicos! ¡Vengan aquí! Hay algo muy triste", dijo Nena emocionada.
Sus amigos se acercaron a ella y vieron el nido vacío con los huevos rotos. "¿Qué pasó aquí?", preguntó uno de ellos. "Creo que algún animal comió los huevos", respondió Nena con tristeza.
Los niños estuvieron hablando durante un rato sobre lo mal que estaba todo eso cuando decidieron hacer algo al respecto: construirían un nuevo hogar para las aves que quisieran vivir allí. Con entusiasmo, recolectaron ramas secas y hojas caídas hasta tener suficiente material para construir su propio nido.
Trabajaron juntos durante horas hasta lograr dar forma a su creación perfecta: un nuevo hogar cálido y confortable para cualquier ave necesitada. Finalmente, colocaron el nido en el mismo lugar donde encontraron el anterior; justo debajo del árbol más alto del parque.
Pasaron unos días sin noticias del nuevo hogar hasta que un día, mientras jugaban en la plaza, escucharon un piar. Al mirar hacia el árbol, vieron una pequeña ave amarilla salir del nido y volar hacia el cielo.
"¡Miren! ¡Nuestro nido está habitado!", gritó Nena emocionada. Los niños se acercaron al árbol y vieron que había más huevos dentro del nido. Habían logrado su objetivo: ayudar a crear un hogar para nuevas aves.
A partir de ese momento, Nena y sus amigos comenzaron a observar la naturaleza con otros ojos; aprendieron a valorarla y cuidarla. Se dieron cuenta de que todos podemos hacer algo para ayudar al medio ambiente.
Desde entonces, cada vez que iban a la plaza, se aseguraban de revisitar el nido para ver cómo iba todo. Y así fue como aprendieron una gran lección: incluso los actos más pequeños pueden tener grandes consecuencias positivas si trabajamos juntos por una causa común.
FIN.