El hogar de los lirios
Había una vez un pequeño pueblo llamado Florilandia, donde todos los habitantes esperaban con ansias la llegada de la primavera.
Durante todo el invierno, el frío y la nieve habían cubierto las calles y los jardines, pero ahora era momento de que todo volviera a cobrar vida. En Florilandia vivían muchos animales encantadores: conejos saltarines, mariposas coloridas y pajaritos cantarines. Pero había uno en particular que se llamaba Pepito, un erizo muy curioso y aventurero.
Un día, mientras Pepito caminaba por el bosque en busca de su desayuno favorito (hojas frescas), se encontró con una rana llamada Ribbit. Ella estaba muy triste porque no podía encontrar su hogar.
Parecía que alguien lo había robado durante el invierno. "¡Hola Ribbit! ¿Qué te pasa?", preguntó Pepito preocupado. "¡Hola Pepito! Estoy muy triste porque mi hogar ha desaparecido", respondió Ribbit con voz temblorosa. Pepito decidió ayudar a Ribbit a encontrar su hogar perdido.
Juntos recorrieron todo el bosque buscando pistas. Encontraron huellas en la nieve que llevaban hasta una cueva misteriosa. "Creo que aquí está tu hogar, Ribbit", dijo Pepito emocionado. Ribbit asintió con entusiasmo y entraron a la cueva juntos.
Para sorpresa de ambos, dentro de la cueva encontraron a un oso durmiendo plácidamente sobre una pila de hojas secas. "¡Oso, despierta! ¡Estás en mi hogar!", exclamó Ribbit. El oso se despertó sobresaltado y miró a los dos amigos con confusión.
"¡Oh, lo siento mucho! Pensé que esta cueva estaba abandonada", se disculpó el oso. Pepito, Ribbit y el oso salieron de la cueva y siguieron buscando un nuevo hogar para Ribbit.
Mientras caminaban, Pepito notó algo extraño: las flores comenzaban a brotar y los árboles a llenarse de hojas verdes. La primavera finalmente había llegado a Florilandia. "¡Mira, Ribbit! ¡La primavera ha llegado!", exclamó Pepito emocionado. Ribbit sonrió y saltó de alegría.
Juntos continuaron su búsqueda hasta que encontraron un hermoso estanque rodeado de lirios. "Este será tu nuevo hogar, Ribbit", dijo Pepito con una sonrisa. Ribbit se instaló felizmente en su nuevo hogar mientras Pepito y el oso celebraban el éxito de su misión.
A partir de ese día, Florilandia se llenó de vida gracias a la llegada de la primavera. Los animales disfrutaban del sol brillante, las flores perfumadas y los días más largos.
Y aunque cada uno tenía sus propias aventuras por vivir, siempre recordaban cómo juntos habían encontrado un hogar para Ribbit. Y así fue como la amistad entre Pepito, Ribbit y el oso se fortaleció aún más gracias a la magia de la primavera en Florilandia.
FIN.