El hogar de los tres hermanos



Había una vez tres hermanos, Martina, Juan y Sofía, que vivían en una casa de acogida.

Ellos sabían que no podían estar con sus padres por un tiempo, pero a veces se sentían tristes porque extrañaban estar juntos como antes. Un día, la directora de la casa de acogida los reunió en el patio para hablar con ellos.

Les explicó que estaban en ese lugar porque sus padres estaban pasando por un momento difícil y necesitaban ayuda para poder cuidarlos adecuadamente. Los tres hermanos escucharon atentamente y comenzaron a comprender un poco más la situación.

"Chicos, sé que es difícil no estar con su familia todo el tiempo, pero están aquí rodeados de otros niños que también necesitan amor y compañía", les dijo la directora. Martina miró a su hermano Juan y a su hermana Sofía, luego sonrió y preguntó: "¿Significa que ahora tenemos una nueva familia aquí?".

La directora asintió con ternura y les explicó lo importante que era apoyarse mutuamente y ser como una gran familia dentro de la casa de acogida.

Les habló sobre las visitas programadas con sus padres para mantener el contacto y cómo podían aprovechar al máximo su tiempo juntos. Los días pasaron y los tres hermanos comenzaron a adaptarse mejor a su nueva vida. Descubrieron lo divertido que era tener amigos nuevos, jugar juntos en el patio e incluso ayudarse unos a otros con las tareas diarias.

A pesar de extrañar a sus padres, encontraron consuelo en saber que estaban siendo bien cuidados allí. Una tarde soleada, mientras jugaban en el jardín, Martina propuso hacer un picnic todos juntos.

Los demás niños se emocionaron con la idea y pronto tenían preparada una colorida manta en el césped con sandwiches y jugos para compartir. "¡Esto es genial! ¡Me encanta nuestra nueva familia!", exclamó Juan mientras mordía un sandwich lleno de entusiasmo.

Sofía sonreía feliz viendo a todos disfrutar juntos cuando notó algo brillante entre las flores del jardín. Se levantó emocionada y descubrió una caja llena de semillas de colores.

"¡Miren lo que encontré! Podemos plantarlas juntos y verlas crecer como nuestra amistad aquí", sugirió Sofía con alegría. Los niños asintieron emocionados ante la idea e inmediatamente empezaron a preparar un pequeño espacio en el jardín para sembrar las semillas. Entre risas y charlas animadas, trabajaron juntos hasta terminar su proyecto jardinero.

Con el paso de los días, las semillas brotaron dando vida a flores multicolores que iluminaban cada rincón del patio.

Los tres hermanos se sentían felices al ver cómo aquellas simples semillas habían crecido tanto gracias al cuidado compartido entre ellos. Así aprendieron Martina, Juan y Sofía que la verdadera familia va más allá del vínculo sanguíneo; se trata del amor sincero, la solidaridad mutua y la alegría compartida en cada momento vivido junto a quienes te rodean.

Y aunque extrañaran a sus padres cada día, sabían que siempre tendrían una nueva familia esperándolos con los brazos abiertos en esa casa llena de niños donde habían encontrado un hogar temporal lleno de amor.

FIN.

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