El hogar encantado
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un hospital abandonado que estaba lleno de misterio y leyendas. Se decía que el lugar estaba habitado por fantasmas y espíritus inquietos.
Aunque muchos evitaban acercarse a él, dos valientes chicas llamadas Valentina y Sofía decidieron explorar el hospital junto con su guía, la intrépida Luciana. Un día soleado, las tres amigas se encontraron frente a la imponente fachada del hospital abandonado.
Las ventanas rotas y las puertas oxidadas daban una sensación escalofriante. Pero Valentina, Sofía y Luciana no se dejaron intimidar por eso. -¡Vamos a descubrir los secretos que esconde este lugar! -exclamó Luciana emocionada.
Mientras caminaban por los pasillos oscuros del hospital, comenzaron a escuchar extraños ruidos provenientes de una sala al final del corredor. Intrigadas, se dirigieron hacia allí y encontraron a dos fantasmas jugando con unos juguetes olvidados. -¡Hola! ¿Quiénes son ustedes? -preguntó Valentina curiosa. Los fantasmas miraron sorprendidos a las chicas.
Uno era un fantasma niño llamado Tomás y el otro era una fantasma niña llamada Martina. -Somos Tomás y Martina, los únicos habitantes de este antiguo hospital abandonado -dijo Tomás tristemente-.
Solíamos ser pacientes aquí antes de morir hace mucho tiempo. Las chicas sintieron compasión por ellos y decidieron hacerles compañía para alegrar sus días solitarios en el hospital abandonado. Con el paso de los días, Valentina, Sofía y Luciana visitaban a Tomás y Martina regularmente.
Juntos jugaban a las escondidas, contaban historias y se reían sin parar. Un día, mientras exploraban otro piso del hospital, encontraron un antiguo diario en una sala polvorienta.
El diario pertenecía a una enfermera llamada Clara que trabajaba en el hospital hace muchos años. En sus páginas, Clara relataba cómo había luchado por mejorar la vida de los pacientes y cómo los cuidaba con amor y dedicación.
Las chicas se emocionaron al leer las palabras de Clara y decidieron seguir su ejemplo ayudando a Tomás y Martina. -¡Vamos a convertir este lugar abandonado en un hogar lleno de alegría! -exclamó Sofía entusiasmada. Valentina, Sofía y Luciana comenzaron a limpiar el hospital abandonado con mucho esfuerzo.
Pintaron las paredes desgastadas con colores brillantes e instalaron juegos nuevos para Tomás y Martina. También organizaron actividades divertidas como manualidades y obras de teatro improvisadas.
Pronto, la noticia del nuevo hogar lleno de risas llegó hasta los oídos de otros niños del pueblo. Pronto, más amigos se unieron para jugar con Tomás y Martina en su nuevo hogar feliz.
El hospital abandonado se convirtió en un lugar lleno de amor, amistad y diversión gracias al espíritu aventurero e inspirador de Valentina, Sofía, Luciana, Tomás y Martina. Los fantasmas finalmente encontraron la felicidad que tanto anhelaban.
Y así, esta historia nos enseña que incluso en los lugares más oscuros y abandonados, siempre podemos encontrar luz y alegría si abrimos nuestros corazones a la amistad y al amor.
FIN.