El hogar mágico
Había una vez, en el hermoso pueblo de Artemisa en Cuba, una valiente y hermosa mujer llamada Reyna KG. Reyna era madre de dos bellas princesas, Cinthya y Elisangel.
Desde que eran muy pequeñas, ella había luchado incansablemente para criarlas, construir su propia casa y asegurarse de que tuvieran todo lo necesario para ser felices. Reyna era una mujer fuerte y decidida.
Trabajaba duro todos los días en la construcción de su hogar, con la ayuda amorosa de sus hijas. Juntas levantaban paredes, pintaban las habitaciones y decoraban cada rincón con alegría y creatividad.
Un día, mientras trabajaban en el jardín trasero plantando flores coloridas, Cinthya exclamó emocionada: "¡Mamá, quiero hacer nuestra casa aún más bella! ¿Podemos agregar un columpio?"Reyna sonrió cariñosamente a su hija y respondió: "Claro que sí, mi princesita. Vamos a hacerlo juntas". Las tres se pusieron manos a la obra.
Buscaron madera vieja por el vecindario y reciclaron materiales para construir un hermoso columpio justo debajo del árbol más grande del jardín. Una tarde soleada, mientras las chicas disfrutaban balanceándose en el columpio bajo la sombra fresca del árbol, se les acercó un pájaro cantor llamado Pepito.
Pepito tenía plumas brillantes y una voz melodiosa que llenaba el aire de música.
Se posó sobre uno de los brazos del columpio y dijo: "-Hola princesitas ¿qué están haciendo?"Cinthya y Elisangel se sorprendieron, pero rápidamente respondieron: "-Estamos haciendo nuestra casa más bella, Pepito. ¿Quieres ayudarnos?"El pájaro asintió con entusiasmo y comenzó a cantar una hermosa canción mientras ellas continuaban trabajando. Los vecinos del pueblo escucharon la melodía de Pepito y se unieron a la tarea.
Pronto, todos los habitantes de Artemisa se unieron para embellecer la casa de Reyna y sus hijas. Algunos pintaron murales coloridos en las paredes, otros construyeron un jardín comunitario lleno de flores fragantes.
La casa de Reyna se convirtió en el lugar más hermoso del pueblo. Las princesitas Cinthya y Elisangel estaban radiantes de alegría al ver cómo su hogar cobraba vida gracias al esfuerzo conjunto de toda la comunidad.
Un día, mientras disfrutaban del jardín lleno de flores, Reyna abrazó a sus hijas y les dijo: "Mis amadas princesas, esta historia nos enseña que cuando trabajamos juntos por una causa noble, podemos lograr cosas maravillosas.
Nuestra casa no solo es bella por fuera, sino también por dentro gracias al amor y apoyo que recibimos". Las princesitas sonrieron y abrazaron a su madre con cariño.
Sabían que habían aprendido una valiosa lección sobre el poder del trabajo en equipo y la importancia de cuidar el hogar que compartían. Desde aquel día, cada vez que alguien visitaba la casa de Reyna KG en Artemisa, Cuba, quedaba maravillado por su belleza e historia inspiradora.
Y siempre recordaban que, con amor y cooperación, cualquier hogar puede convertirse en un lugar mágico y lleno de felicidad.
FIN.