El Hombre Araña y la Ciudad de las Ventanas
Era una hermosa mañana en Nueva York. Spiderman, con su traje rojo y azul resplandeciente, se balanceaba entre los edificios disfrutando del aire fresco. De repente, escuchó un grito: "¡Ayuda!". Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia el sonido.
Al llegar, vio a una niña llamada Valeria, quien estaba atrapada en un árbol muy alto.
"No te preocupes, Valeria, yo te ayudaré", dijo Spiderman con una sonrisa.
Valeria miraba con asombro al héroe mientras él escalaba rápidamente el árbol. Las hojas brillaban con el sol y el viento soplaba dulcemente. Después de unos segundos, Spiderman llegó hasta ella.
"Voy a agarrarte de la mano, ¿estás lista?", preguntó Spiderman.
"Sí, estoy lista!", respondió Valeria con valentía. Con un ágil movimiento, Spiderman la tomó y bajó con ella volando de regreso a la tierra firme.
La gente aplaudió y Valeria, emocionada, dijo:
"Eres increíble, Spiderman! Gracias por salvarme!"
"No hay de qué, siempre estoy aquí para ayudar a los que me necesitan", contestó Spiderman, sintiéndose muy feliz.
Luego, Valeria le preguntó:
"¿Cómo te vuelves tan fuerte y ágil?"
Spiderman sonrió y le explicó:
"Todo se trata de practicar y creer en uno mismo. Cada vez que enfrentamos un desafío, crecemos más fuerte."
Valeria pensó un momento. Se dio cuenta de que había estado temerosa de trepar a los árboles, pero ahora quería intentarlo.
"Voy a practicar trepar árboles también", dijo Valeria con determinación.
"Eso es genial, Valeria! Recuerda siempre que si haces las cosas con valentía, puedes lograr lo que te propongas", respondió Spiderman.
De repente, se oyó un estruendo en la distancia. Spiderman se dio vuelta rápidamente. Había un grupo de villanos planeando robar una joyería cercana.
"Te tengo que ir, Valeria", dijo Spiderman mientras se preparaba para partir.
"¡Ve, Spiderman! ¡Sé valiente!", le animó Valeria, mientras él comenzaba a balancearse de un edificio a otro.
Con astucia y agilidad, Spiderman se enfrentó a los villanos y los detuvo justo a tiempo. Al final de la tarde, regresó a donde estaba Valeria.
"Lo logré! Ya no me da miedo enfrentarme a los desafíos", le dijo feliz Valeria.
"¡Eso me alegra! Recuerda que todos podemos ser héroes cuando enfrentamos nuestros miedos", dijo Spiderman mientras se despedía.
Y así, Valeria aprendió que la valentía no solo está en salvar a otros, sino también en enfrentarse a lo que uno teme. Desde aquel día, cada vez que veía a Spiderman balancearse entre los edificios, sonreía, porque sabía que, aunque él era un superhéroe, ella también podía serlo en su propia manera.
FIN.