El hombre de la frontera



Érase una vez en un pequeño pueblo de la frontera, vivía un hombre llamado Juan. Su casa quedaba justo en el límite entre dos países, dividida por una cerca alta y larga.

Un día, mientras regaba sus plantas, vio a un niño del otro lado de la cerca jugando con un balón. El niño se llamaba Alejandro y también vivía en la frontera, pero del lado opuesto.

A pesar de la cerca que los separaba, Juan y Alejandro se hicieron amigos. Durante el día, charlaban a través de la cerca y por la noche, enviaban mensajes con linternas. Juntos descubrieron que, aunque venían de diferentes países, compartían muchas cosas en común.

Un día, la cerca que dividía sus casas se cayó debido a una tormenta, y todos los vecinos se unieron para ayudar a reconstruirla. Juan y Alejandro aprendieron que las fronteras no deben ser barreras, sino puentes para conectar a las personas.

Desde entonces, trabajaron juntos para construir un parque en la frontera, donde los niños de ambos lados podrían jugar y divertirse sin importar de qué país fueran.

La amistad entre Juan y Alejandro inspiró a toda la comunidad a buscar la forma de unirse a pesar de sus diferencias, demostrando que el amor y la amistad siempre pueden trascender cualquier barrera física.

FIN.

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