El hombre del parque



Valentino era un niño muy curioso y siempre tenía ganas de aprender cosas nuevas. Sin embargo, había una materia que no le gustaba nada: las matemáticas.

Cada vez que su mamá le decía que tenía que practicar las tablas de multiplicar, Valentino ponía mala cara y se lamentaba:- ¡Ay, mamá! ¿Por qué tengo que hacer esto? No me gusta nada la matemática.

Su mamá intentaba explicarle lo importante que era saber multiplicar para poder resolver problemas en la vida cotidiana, pero Valentino seguía sin estar convencido. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, se encontró con un hombre mayor sentado en un banco. El hombre estaba haciendo cálculos en una libreta y parecía muy concentrado.

Valentino se acercó a él y le preguntó:- Disculpe señor, ¿qué está haciendo? El hombre levantó la vista y sonrió al ver al niño interesado por su trabajo.

- Estoy calculando cuánto dinero necesito ahorrar para comprarme un regalo muy especial -respondió el hombre-. Es algo que quiero hacer desde hace mucho tiempo y estoy trabajando duro para lograrlo. Valentino quedó impresionado por la determinación del hombre y quiso saber más sobre su objetivo.

El hombre le contó todo lo necesario para lograr su meta: tener paciencia, esforzarse cada día e ir sumando pequeñas cantidades hasta llegar al total necesario. Al escuchar esto, Valentino pensó en cómo podía aplicarlo a las matemáticas.

Si el señor podía alcanzar su objetivo con esfuerzo diario ¿por qué él no podría hacer lo mismo con las tablas de multiplicar? - Señor, ¿usted cree que si practico todos los días podré ser bueno en matemáticas? -preguntó Valentino. - Por supuesto, niño.

Como todo en la vida, el secreto está en la constancia y el esfuerzo -le respondió el hombre sonriendo. Valentino agradeció al hombre por sus consejos y se despidió para volver a casa.

En su camino pensaba en cómo podía aplicar lo aprendido a las matemáticas. Cuando llegó a casa, se sentó frente a su libreta de ejercicios y empezó a practicar las tablas de multiplicar.

Al principio le costaba mucho trabajo recordar los resultados, pero poco a poco fue mejorando gracias al esfuerzo diario que ponía.

Un día, mientras hacía un examen de matemáticas en la escuela, Valentino se sorprendió al darse cuenta de que había sacado una excelente nota ¡y sin haber estudiado tanto como antes! Desde ese momento, Valentino entendió que con constancia y perseverancia podía lograr cualquier cosa que se propusiera. Y así fue como descubrió su amor por las matemáticas gracias al ejemplo inspirador del señor del parque.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!