El Hombre Lobo y el Presidente
Era una noche de luna llena en España, y con cada paso, la sombra del hombre lobo se alargaba por las calles empedradas. Era un ser peculiar, en lugar de aterrorizar a la gente, solo quería ser amigo de todos. Su nombre era Lucas, y tenía un pelaje gris brillante y unos grandes ojos amarillos que destellaban con curiosidad.
Lucas había decidido dar un paseo por la ciudad de Madrid para conocer a sus habitantes y entender el mundo que había alrededor de él. Caminaba pensativo, cuando de pronto, se encontró con una multitud frente a un importante edificio. Lucas, que siempre había sido un poco tímido, se acercó a ver qué pasaba.
"¿Qué está sucediendo?" - preguntó Lucas, dirigiéndose a una niña que estaba cerca.
"Es el presidente que va a hablar con todos nosotros!" - respondió la niña, emocionada.
Curioso, Lucas se unió a la multitud. No entendía mucho de política, pero sí sabía que los presidentes eran personas importantes que ayudaban a su país.
De repente, el presidente salió, un hombre de mirada amable. Al ver a Lucas en la multitud, se acercó, inconsciente de que estaba frente a un hombre lobo.
"Hola! ¿Quién eres tú, amigo?" - preguntó el presidente, observando a Lucas con curiosidad.
Lucas, un poco nervioso, respondió:
"Soy Lucas, un hombre lobo, pero no te asustes. Solo quiero aprender sobre lo que haces por nuestro pueblo."
La multitud se quedó en silencio. La niña la que antaño le había dicho al hombre lobo acerca del evento, fue la primera en hablar:
"¡No puede ser! ¡Un hombre lobo conversando con el presidente!"
El presidente sonrió, y con un tono amistoso le dijo:
"Me alegra que estés aquí, Lucas. Todos tienen derecho a hacer preguntas. ¿Qué te gustaría saber por qué hacemos?"
"Quiero saber cuándo se preocupa el gobierno por los animales y la naturaleza?" - inquirió Lucas.
"Eso es muy importante, Lucas. Queremos proteger los bosques, los ríos y a todos los seres vivos. Por ello, hemos creado leyes para cuidar nuestro medio ambiente. Pero necesitamos ayuda de todos, incluidos seres como tú" - explicó el presidente.
Lucas se llenó de esperanza. El presidente le estaba hablando de algo que realmente le importaba.
"¿Y cómo puedo ayudar?" - preguntó el hombre lobo.
"Puedes ser un embajador de la naturaleza, contarle a tu comunidad la importancia de cuidar el medio ambiente. Puedes inspirar a otros a proteger a los animales y cuidar sus hogares."
Lucas pensó por un momento. Luego sonrió ampliamente, mostrando sus dientes afilados, pero esta vez no asustaron a nadie. La niña dijo:
"Eso es genial, Lucas!"
A partir de esa noche, Lucas comenzó su nueva misión. Se paseaba por los bosques y los campos, hablando con sus amigos animales y enseñándoles sobre la importancia de cuidar su hogar. Hizo carteles y organizó reuniones donde la gente podía aprender sobre la naturaleza y cómo ayudarla.
Un día, el presidente recibió una carta especial. Era de Lucas, el hombre lobo. En la carta, Lucas le contaba sobre sus aventuras y cómo había inspirado a la comunidad a cuidar su entorno.
El presidente decidió visitar a Lucas para ver lo que había logrado. Cuando llegó, se encontró con una gran multitud de niños y adultos sonrientes, todos trabajando juntos por un mundo mejor.
"¡Bravo, Lucas!" - exclamó el presidente "Hoy has demostrado que no importa cómo se vea uno, siempre podemos hacer algo bueno por nuestra tierra."
Y así, el hombre lobo se convirtió en un símbolo de esperanza y cuidado por la naturaleza. Desde aquel día, todos los habitantes de la ciudad aprendieron que cada uno, sin importar su aspecto, puede contribuir a hacer del mundo un lugar mejor.
"Y eso, queridos amigos, nos enseña que la verdadera belleza está en nuestros corazones y en lo que hacemos por los demás." - concluyó el presidente, aplaudiendo junto con todos los presentes.
Desde entonces, Lucas nunca dejó de ayudar a su comunidad, demostrando que hasta un hombre lobo puede ser un gran amigo de la gente y un guardián de la naturaleza.
FIN.