El Hombre Lobo y la Luna Brillante
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Lunares, un joven llamado Tomás. Tomás tenía un secreto: cada vez que la luna brillaba con fuerza en la noche, él se transformaba en un hombre lobo. No era un lobo feroz, sino un lobo amable que solo quería jugar y ayudar a los demás.
Una noche, mientras la luna iluminaba todo con su luz plateada, Tomás salió al bosque. "¿Por qué tienes miedo de transformarte, Tomás?"- le preguntó Sofía, su mejor amiga, que lo había seguido para ver qué hacía.
"Tengo miedo de que los demás se asusten de mí..."- respondió Tomás, mirando al suelo.
"Pero eso no quiere decir que debas esconderte. Tu corazón es bueno, y si eres un hombre lobo, ¡que sea un hombre lobo feliz!"- animó Sofía.
Tomás se sintió mejor. "¿Y si hago algo bueno esta noche? Quizás así todos verán que no hay nada que temer."-
Sofía sonrió. "¡Esa es una gran idea!"-
Esa noche, mientras él y Sofía caminaban por el bosque, encontraron un pequeño zorro atrapado en unas ramas.
"¡Mirá! ¡Pobre zorrino!"- exclamó Sofía. "Debemos ayudarlo, Tomás. Tú puedes hacer esto con tu fuerza de hombre lobo."-
Tomás miró al zorro y, con suavidad, utilizó sus garras para liberar al pequeño animal. "Ahí tienes, amiguito. Ya estás libre."-
El zorro, al verse libre, giró en círculos de felicidad, "¡Gracias! Te debo una, hombre lobo. Si tus amigos te ven ayudando, tal vez ya no tengan miedo."-
Tomás sonrió. "Ojalá así sea. A veces siento que solo soy diferente y no extraño."-
Justo en ese momento, un grupo de niños del pueblo apareció. "¡Miren! ¡Es el Hombre Lobo! ¡Escapen!"- gritaron, aterrorizados. Pero Tomás no se dejó llevar por el miedo.
"¡Espera! No soy malo. Solo quiero ayudar. Sofía y yo hemos estado tratando de hacer buenas obras esta noche. Espero que me escuchen."-
Los niños lo miraron con curiosidad. Uno de ellos, Santiago, se acercó un poco más. "¿Ayudas a los animales?"-
"Sí, lo hago. Hoy liberé a un zorrino. ¡Miren cómo juega ahora!"- señaló Tomás. El zorro, que en ese momento estaba correteando, se acercó a los niños y comenzó a jugar con ellos.
"¡Es precioso!"- dijo Clara, una de las niñas. "No parece nada aterrador."-
"¿Podrías jugar con nosotros, Hombre Lobo?"- preguntó Santiago.
Tomás se sintió emocionado. "¡Por supuesto! Puedo enseñarles a correr como lobos."-
A medida que la noche avanzaba, los niños y Tomás corrieron, jugaron y rieron juntos.
Cuando la luna comenzó a ocultarse, Tomás volvió a su forma humana. "¡Esto fue increíble!"- exclamó. "Ya no tengo miedo de ser quien soy. Mis amigos confían en mí. Ser diferente no es algo malo."-
Los niños lo rodearon. "¡Eres genial, Tomás! Gracias por mostrarnos que ser diferente puede ser especial."-
Desde aquella noche, Tomás se convirtió en el héroe del pueblo. Nunca se sintió avergonzado de su transformación. Y en cada luna llena, él y sus amigos celebraban juntos, recordando que lo más importante era ser uno mismo, ayudar a los demás y aceptar a todos tal como son.
Y así, el Hombre Lobo de Lunares se convirtió en un símbolo de unidad y amistad, enseñando a todos que la verdadera grandeza radica en el amor y la comprensión.
FIN.