El hombre malhumorado de Alegría
Había una vez un pequeño pueblo llamado Alegría, donde todos los habitantes eran muy felices y se llevaban bien entre sí. Pero un día, llegó Don Enojo a este lugar y todo cambió.
Don Enojo era un hombre malhumorado que siempre estaba gruñendo y enojándose por cualquier cosa. Un día, comenzó a hacer de las suyas en el pueblo de Alegría.
- ¡Miren lo que han hecho con mi jardín! - gritaba Don Enojo mientras señalaba unas flores pisoteadas. - Tranquilo, Don Enojo, seguro que fue un accidente - le decían los vecinos tratando de calmarlo. Pero él no quería escuchar razones y seguía enfurecido.
Con el tiempo, Don Enojo comenzó a hacer más cosas para molestar a la gente del pueblo: rompía objetos, insultaba a los niños, arruinaba las fiestas... Nadie sabía qué hacer para detenerlo. Un día, llegó al pueblo una niña llamada Ana.
Ella era muy curiosa e inteligente, y notó rápidamente el cambio en la actitud de la gente desde la llegada de Don Enojo. - ¿Qué pasa aquí? - preguntó Ana a uno de los vecinos.
- Es ese hombre allí - dijo el vecino señalando hacia Don Enojo -, siempre está haciendo cosas malas y nos hace sentir tristes. Ana decidió investigar más sobre este extraño personaje.
Se acercó a él con mucho cuidado y le preguntó:- ¿Por qué te comportas así? ¿Qué es lo que te hace sentir tan enojado? Don Enojo se sorprendió por la pregunta de la niña y se quedó en silencio un momento. Luego, comenzó a hablar:- No lo sé - dijo con voz triste -, siempre he sido así.
Me cuesta controlar mi enojo. Ana pensó en una solución para ayudar a Don Enojo a controlar sus emociones. Se acercó al resto del pueblo y les propuso organizar talleres para aprender sobre el manejo de las emociones.
- Si todos aprendemos a controlar nuestras emociones, podremos ayudar a Don Enojo también - dijo Ana. Todos los habitantes del pueblo aceptaron la propuesta de Ana y comenzaron a asistir a los talleres.
Aprendieron técnicas para calmarse cuando estaban enojados, como respirar profundamente o contar hasta diez antes de actuar. Al final, gracias al esfuerzo conjunto del pueblo, Don Enojo también aprendió cómo manejar sus sentimientos.
Comenzó a disculparse por su mal comportamiento y poco a poco se convirtió en una persona más amable y respetuosa. Desde ese día, el pueblo de Alegría volvió a ser un lugar feliz donde todos se llevaban bien entre sí.
Y Ana fue recordada como la heroína que logró cambiar las cosas para mejor gracias al poder de trabajar juntos por un objetivo común: mantener la paz y la armonía entre las personas.
FIN.