El Hombresito Vestido de Gris y su Canto de Sueños



Había una vez un hombresito vestido de gris que vivía en una ciudad muy bulliciosa. Aunque su traje era del color de las nubes en un día triste, su corazón era brillante como el sol. El hombresito, cuyo nombre era Oscar, tenía un talento especial: le encantaba cantar ópera. Pero había un pequeño problema: en su trabajo, donde era empleado de oficina, sus colegas no lo comprendían y apenas lo escuchaban.

Un día, mientras organizaba papeles en su escritorio, Oscar se puso a cantar suavemente. "¡Ay, cómo me gustaría que me escucharan!", suspiró. Sus compañeros lo miraron con desdén.

"Oscar, ¡dejá de hacer ruido!", le gritó su jefe, un hombre muy serio que nunca sonreía.

Oscar, con su sonrisa a cuestas, decidió que en su tiempo libre iría al gimnasio. Esto le ayudaría a liberar tensiones. En el gimnasio, conoció a una chica llamada Ana, que también amaba la música. "¡Hola, Oscar! He escuchado que te gusta cantar. ¿Te gustaría hacer un dueto alguna vez?", preguntó con una sonrisa radiante.

"¡Me encantaría!", respondió Oscar, sintiéndose por fin aceptado.

Materializaron su idea y empezaron a ensayar juntos. Un día, mientras practicaban una hermosa canción, se dieron cuenta de que podían organizar un pequeño concierto en el gimnasio. "¡Esto es una gran idea! Así podemos compartir nuestra música con los demás", exclamó Ana.

Más personas del gimnasio se sumaron a la iniciativa y empezaron a practicar. Mientras tanto, el hombresito vestido de gris se emocionaba cada vez más con la idea de mostrar su talento. Sin embargo, un giro inesperado llegó cuando la fecha del concierto se acercó y el jefe de Oscar se enteró de la actuación.

"Oscar, vos no podés hacer eso. ¡Tenés que trabajar!", le dijo el jefe, alarmado.

Pero esta vez, Oscar se armó de valentía y le respondió: "¿Y si yo también puedo ser feliz cantando? No es solo un pasatiempo, es un sueño que quiero cumplir. Necesito intentarlo."

El jefe, sorprendido por la determinación de Oscar, decidió que debía verlo actuar. Llega el día del concierto y el gimnasio estaba decorado con luces y globos. Oscar se sintió más nervioso que nunca, pero cuando llegó su turno subió al escenario. La multitud lo aplaudió con entusiasmo.

Inició a cantar con toda su energía, su voz resonaba como un ángel. Ana lo acompañó, y juntos llenaron el lugar de melodías hermosas. La gente estaba asombrada, y al final de su actuación, todos se pusieron de pie y aplaudieron sin parar.

Fue un momento mágico. Después del concierto, su jefe se acercó y le dijo: "Oscar, no sabía que tenías tanto talento. Te pido disculpas por no haberte apoyado antes. Todos merecemos explorar nuestras pasiones."

Oscar, sonriendo de oreja a oreja, respondió: "Gracias. Ahora puedo ser el hombresito vestido de gris que canta ópera. ¡Juntos podemos crear un lugar donde todos seamos valorados por lo que amamos hacer!"

Desde ese día, Oscar encontró un nuevo grupo de amigos no solo en el gimnasio, sino que también en su trabajo. Se organizaron aniversarios de música, llamados "Días de Estrella", donde todos tenían la oportunidad de mostrar sus talentos. Y así, el hombresito vestido de gris aprendió que no solo se trataba de su canto, sino que también se trataba de ser valiente y compartir su voz con el mundo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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