El Honor de los Rayitos



En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, existía un equipo de fútbol infantil llamado Los Rayitos, quienes entrenaban día a día con mucho esfuerzo y dedicación para participar en el torneo regional.

Por otro lado, estaba el equipo de La Unión, su eterno rival. Desde hace años, Los Rayitos siempre eran perjudicados por decisiones arbitrales dudosas a favor de La Unión. El presidente del club rival solía influir en los árbitros para asegurarse la victoria.

A pesar de esto, Los Rayitos nunca perdían la esperanza ni la deportividad. Un día, se anunció que ambos equipos se enfrentarían en la final del torneo.

Los chicos de Los Rayitos estaban emocionados pero también preocupados por lo que podría ocurrir con el arbitraje. El entrenador Martín les recordaba siempre: "Lo importante es jugar limpio y dar lo mejor de ustedes". El día del partido llegó y desde el inicio se notaba que algo no estaba bien.

La Unión comenzó a jugar sucio e incluso anotaron un gol con la mano que el árbitro no vio. Los chicos de Los Rayitos estaban desanimados, pero decidieron seguir adelante con valentía.

- ¡No podemos rendirnos! ¡Vamos chicos, podemos hacerlo! -gritó Lucas, el capitán del equipo. Los minutos pasaban y parecía que La Unión se llevaría la victoria una vez más gracias a las artimañas de su presidente.

Sin embargo, en el segundo tiempo, Mateo, el goleador de Los Rayitos, logró anotar un gol espectacular que empató el partido. La emoción invadió a todos en el estadio y los padres y seguidores de Los Rayitos comenzaron a alentar con fuerza.

Faltando pocos minutos para terminar el partido, en una jugada increíble, Sofía robó el balón y corrió hacia el arco rival anotando el gol de la victoria. - ¡Golazo Sofi! ¡Lo logramos chicos! -gritaba Martín emocionado desde la banca.

El árbitro pitó finalizando así el partido con la victoria de Los Rayitos. Todos los presentes celebraban este triunfo tan merecido para los chicos que habían luchado contra la adversidad y la corrupción.

Al recibir la copa del campeonato, Lucas tomó el micrófono y dijo: "Queremos demostrar que en este deporte lo importante es jugar limpio y respetar al rival. Hoy ganamos no solo un trofeo sino también nuestra dignidad".

Desde ese día, los habitantes de Villa Esperanza recordarían esta hazaña como ejemplo de superación ante las injusticias y como muestra de que siempre vale la pena luchar por lo correcto sin caer en trampas ni actos deshonestos.

FIN.

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