El Honor del Jaguar
En la mágica ciudad de Teotihuacán, un joven jaguar llamado Kuali tenía un sueño: construir la majestuosa Pirámide del Sol. La competencia era feroz, pero Kuali no se dejaría intimidar. Sabía que era talentoso y tenía un diseño único que mostrar.
Un día, mientras Kuali ajustaba su diseño en la sombra de un gran árbol, un oso negro llamado Bardo se acercó sigilosamente. Bardo era conocido por su fuerza, pero también por su astucia e intenciones poco honorables.
-Kuali, ¿qué estás haciendo? –preguntó Bardo con una sonrisa falsa.
- Estoy trabajando en mi proyecto para la competencia de la Pirámide del Sol. ¿No lo ves? –respondió Kuali, orgulloso.
- Interesante... Te felicito. Todo el mundo sabe que así es la vida. Solo los más fuertes ganan. –dijo el oso, mientras miraba con codicia los bocetos de Kuali.
Sin que Kuali se diera cuenta, Bardo tomó una copia de su diseño mientras lo distraía hablando sobre su propia fuerza. Esa noche, Bardo presentó el diseño robado al gobernante de la ciudad, quien estaba impresionado por la aparente creatividad del oso.
Cuando los resultados fueron anunciados, el corazón de Kuali se hundió.
-Y el ganador del honor de construir la Pirámide del Sol es... ¡Bardo! –gritó el anunciador.
Kuali se sintió devastado, pero no podía dejar que la injusticia lo frenara. Decidido a recuperar lo que era suyo, se acercó a la competencia.
-Bardo, eso no es justo. Ese diseño es mío. ¡Tú lo robaste! –dijo Kuali con firmeza.
- No seas tonto, Kuali. El fuerte siempre gana, y tú nunca llegarás a entenderlo. –replicó Bardo con desdén.
Kuali comprendía que pelear no era la solución. Recordó que en su familia siempre le enseñaron a ser justo y honesto. Así que tuvo una idea. Se dirigió al gobernante y le propuso un desafío.
-Lord Tlaloc, te pido una competencia de habilidades. Cada uno de nosotros debe demostrar sus verdaderas capacidades para construir, crear y diseñar. –dijo Kuali, con determinación.
- Muy bien, acepto. –respondió el gobernante, intrigado.
Los habitantes de Teotihuacán se reunieron para observar la competencia. Kuali diseñó un innovador sistema de irrigación que maximizaría el uso del agua para el futuro de la pirámide, mientras Bardo optó por hacer un gran y pesado bloque de piedra. Al final, el jurado evaluaría quién había hecho el mejor trabajo tanto en habilidad técnica como en creatividad.
Durante la competencia, Kuali se destacó por su ingenio y confianza. En cierta ocasión, notó una dificultad en el trabajo de Bardo.
- ¡Bardo! ¡Si necesitas ayuda, puedo asistirte! –ofreció Kuali, extendiendo una pata.
- ¡No necesito tu ayuda, jaguar! –gritó Bardo desafiante. Sin embargo, mientras el oso luchaba, algunos espectadores comenzaron a murmurar sobre la actitud de Bardo.
Después de horas de trabajo, el jurado llegó a una conclusión.
- Hemos visto mucha creatividad, pero también hemos visto a un competidor robar el diseño de otro. –dijo el jurado. –La honestidad y el trabajo en equipo son los valores más fuertes.
Tanto Kuali como Bardo estaban en el escenario, pero sus caminos eran ahora muy diferentes. Kuali fue reconocido por su ingenio y su capacidad para ayudar a otros.
- Y el verdadero ganador es Kuali, el joven jaguar que ha encarnado el espíritu de esta comunidad. –anunció el gobernante.
Kuali sonrió y se sintió lleno de alegría.
-Bardo, entiendo que puedas haber estado celoso, pero no resolverás nada robando ni siendo deshonesto. –le dijo Kuali con amabilidad.
Y Bardo, abrumado por la verdad, se dio cuenta de que había un camino mejor.
- Te pido disculpas, Kuali. Aprendí de mi error. –dijo el oso, sintiéndose avergonzado.
Desde aquel día, Kuali y Bardo se volvieron amigos. Con el tiempo, Kuali construyó la Pirámide del Sol y, con la ayuda de todos, incluidas las habilidades de Bardo, hicieron de Teotihuacán un lugar aún más grandioso. A partir de entonces, Kuali continuó promoviendo el trabajo en equipo y la honestidad como valores fundamentales, recordando siempre que, aunque ganar era importante, el verdadero honor estaba en ser justo y ayudar a los demás.
FIN.