El hospital de los espíritus liberados



Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían muchos niños y niñas felices. Pero algo extraño comenzó a suceder en el hospital abandonado de la ciudad.

Se decía que estaba embrujado por espíritus y cosas de terror. Un grupo de amigos curiosos, compuesto por Lucas, Sofía y Martín, decidió investigar lo que ocurría en el hospital. Ellos eran muy valientes y no le temían a nada.

Una tarde soleada, se encontraron frente a la vieja construcción. La fachada estaba cubierta de maleza y las ventanas rotas daban un aspecto tenebroso al lugar. Con mucho valor, entraron al edificio oscuro.

Al adentrarse en el hospital, escucharon ruidos extraños y vieron sombras moverse por los pasillos. Estaban asustados pero decididos a descubrir qué estaba sucediendo realmente. De repente, apareció ante ellos un fantasma con una bata blanca y una máscara antigua en su rostro pálido.

Los niños se miraron entre sí con miedo, pero recordaron que eran valientes y no debían dejarse llevar por el pánico. El fantasma les habló con voz temblorosa: "-¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué han venido aquí?". Lucas respondió con firmeza: "-Somos Lucas, Sofía y Martín.

Hemos venido para ayudar". El fantasma explicó que era el espíritu del doctor Rodríguez, quien había trabajado en ese hospital hace muchos años.

Contó que los demás espíritus eran pacientes que habían fallecido en el lugar y que estaban atrapados allí por la tristeza y el miedo. Los niños comprendieron que debían ayudar a liberar a esos espíritus para que pudieran descansar en paz.

El doctor Rodríguez les pidió que buscaran un antiguo libro de hechizos, escondido en una sala secreta del hospital. Con valentía, los amigos se adentraron más en el edificio hasta encontrar la sala secreta. Allí encontraron el libro cubierto de polvo y lleno de extraños símbolos.

Siguiendo las instrucciones, recitaron un conjuro especial para liberar a los espíritus. De repente, una luz brillante iluminó todo el hospital y los espíritus comenzaron a desvanecerse uno por uno.

Cada vez que un espíritu era liberado, su rostro se iluminaba con alegría y gratitud hacia los niños. Cuando todos los espíritus fueron liberados, el hospital abandonado volvió a ser solo eso: un edificio vacío sin ningún rastro de misterio o terror.

Los habitantes de Villa Esperanza estaban sorprendidos al ver cómo ese lugar oscuro se había convertido en un espacio luminoso y lleno de esperanza gracias al valor y la determinación de Lucas, Sofía y Martín. Desde ese día, todos aprendieron la importancia de enfrentar sus miedos con valentía y compasión.

Los niños se convirtieron en héroes del pueblo y nunca olvidaron la lección que habían aprendido: siempre hay esperanza incluso en los lugares más oscuros.

Y así termina esta historia infantil inspiradora sobre tres amigos valientes que, con su coraje, lograron transformar un hospital embrujado en un lugar lleno de esperanza y luz.

FIN.

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