El Hospital Mágico de Nani


Había una vez una niña llamada Nani, que era muy valiente y aventurera. Un día, escuchó un rumor sobre un hospital abandonado que se decía estaba embrujado.

Aunque todos le advertían que no fuera, Nani no podía resistirse a la tentación de explorar ese lugar misterioso. Con su mochila llena de valor y curiosidad, Nani se dirigió al hospital embrujado. Cuando llegó, el edificio parecía tenebroso y oscuro.

Sin embargo, ella decidió seguir adelante sin temor alguno. Al entrar en el hospital, Nani sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Las luces parpadeaban y los pasillos estaban llenos de polvo y telarañas. De repente, escuchó un ruido extraño proveniente de una habitación cercana.

Intrigada por el sonido, Nani siguió la dirección del ruido hasta llegar a una puerta entreabierta. Con valentía empujó la puerta y encontró a un niño asustado sentado en una cama. "¡Hola! Soy Nani", dijo ella con amabilidad.

El niño miró sorprendido a Nani y respondió: "¡Soy Mateo! ¿Cómo llegaste aquí? Este lugar está lleno de fantasmas". Nani sonrió tranquilamente y explicó que había venido a explorar el hospital embrujado porque le gustaba descubrir cosas nuevas.

Le preguntó a Mateo qué hacía allí solo. Mateo le contó que había perdido su pelota en el hospital mientras jugaba con sus amigos hace mucho tiempo atrás. Desde entonces, se había quedado atrapado en ese lugar y tenía mucho miedo de salir.

Nani, con su espíritu valiente, decidió ayudar a Mateo a superar sus miedos y encontrar la salida del hospital embrujado. Juntos, recorrieron los pasillos oscuros y desafiantes. Durante su búsqueda, Nani y Mateo encontraron habitaciones llenas de juguetes abandonados.

Aunque estaban polvorientos y viejos, decidieron llevar algunos para hacer más llevadera su travesía. De repente, escucharon risas traviesas que provenían de una sala al final del pasillo.

Con cautela, se acercaron y vieron un grupo de niños fantasma jugando a las escondidas. "¡Hola! ¿Podemos jugar con ustedes?", preguntó Nani emocionada. Los niños fantasma miraron sorprendidos a Nani y Mateo. Uno de ellos respondió: "Claro que sí. Pero primero deben ayudarnos".

Resulta que los niños fantasmas estaban atrapados en el hospital porque habían perdido sus juguetes favoritos antes de morir. Sin esos juguetes no podían encontrar la paz y seguir adelante.

Nani y Mateo entendieron que tenían que buscar los juguetes perdidos para liberar a los niños fantasmas. Así comenzaron una misión llena de aventuras por todo el hospital embrujado. Después de mucho buscar, finalmente encontraron todos los juguetes perdidos escondidos en diferentes habitaciones del hospital.

Al devolvérselos a los niños fantasmas, estos desaparecieron lentamente mientras sonreían felices. Con los niños fantasmas liberados, Nani y Mateo siguieron explorando hasta encontrar la salida del hospital embrujado.

Al salir, se dieron cuenta de que ya era de noche y el cielo estaba lleno de estrellas brillantes. "¡Lo logramos! ¡Salimos del hospital embrujado!", exclamó Nani emocionada. Mateo sonrió agradecido y dijo: "Gracias, Nani. Sin tu valentía y amistad, nunca hubiera podido superar mis miedos".

Desde ese día, Nani y Mateo se convirtieron en grandes amigos. Aprendieron que la valentía no solo implica enfrentar nuestros propios miedos, sino también ayudar a los demás a superar los suyos.

Y así, con coraje y compañerismo, Nani demostró que incluso en los lugares más oscuros puede haber luz si nos atrevemos a enfrentar nuestros temores.

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