El Hotel Mágico


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Lucas. Era un niño muy curioso y aventurero, siempre buscando nuevas emociones.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, se encontró con un viejo hotel abandonado. El hotel era oscuro y misterioso, lo que despertó la curiosidad de Lucas. A pesar de tener un poco de miedo, decidió entrar para descubrir qué secretos escondía aquel lugar.

Al cruzar la puerta principal del hotel, sintió como si el tiempo se hubiera detenido. Lucas caminaba por los pasillos del hotel cuando escuchó unos ruidos extraños provenientes de una habitación.

Decidido a investigar, abrió la puerta lentamente y se encontró con una bruja sentada frente a una mesa llena de pociones. La bruja llamada Magdalena era diferente a lo que Lucas había imaginado.

No era fea ni malvada como las brujas de los cuentos, sino que tenía una sonrisa amigable y cálida en su rostro arrugado. -¡Hola joven aventurero! ¿Qué te trae por aquí? -dijo la bruja sorprendida al ver a Lucas. -Soy Lucas y estaba explorando este viejo hotel abandonado.

Me intriga saber qué haces aquí -respondió el niño con valentía pero también con cierto temor. Magdalena explicó que ella solía ser una bruja malvada hace muchos años atrás, pero luego decidió cambiar su forma de vida y utilizar sus habilidades mágicas para hacer el bien.

Desde entonces, vivía en ese antiguo hotel ayudando a las personas que necesitaban su magia. Lucas, intrigado por la historia de Magdalena, decidió quedarse y aprender más sobre el mundo de la magia.

Durante días, la bruja le enseñó hechizos y conjuros benevolentes. Juntos ayudaron a los animales del bosque, curaron plantas enfermas y hasta arreglaron el reloj del pueblo que llevaba años sin funcionar. Sin embargo, una noche mientras Lucas dormía en el hotel, escuchó un grito proveniente de afuera.

Rápidamente salió corriendo para descubrir qué estaba sucediendo. Encontró a un hombre herido con sangre en su brazo. -¡Ayuda! Me atacó una bestia salvaje -gritaba el hombre asustado.

Lucas recordó lo que había aprendido de Magdalena y decidió utilizar sus conocimientos mágicos para ayudar al herido. Recitando un antiguo conjuro curativo, sanó las heridas del hombre. El pueblo se enteró rápidamente de lo ocurrido gracias al valiente acto de Lucas.

Todos estaban impresionados por sus habilidades mágicas y comenzaron a acudir al viejo hotel buscando ayuda de Magdalena y Lucas. El pequeño niño y la amable bruja trabajaron juntos para resolver problemas en el pueblo: desde curar enfermedades hasta encontrar objetos perdidos.

Poco a poco, la fama del dúo creció y se convirtieron en héroes locales. Con el tiempo, Magdalena decidió retirarse dejando toda su sabiduría mágica a Lucas para que él continuara ayudando a las personas.

El niño, ahora convertido en un joven mago, se convirtió en el protector del pueblo y continuó con la tradición de ayudar a los demás. Así, gracias a su valentía y determinación, Lucas logró superar sus miedos y descubrir su verdadero potencial.

Aprendió que no todas las brujas son malvadas y que la magia puede ser utilizada para hacer el bien. Desde entonces, el viejo hotel abandonado se convirtió en un lugar lleno de esperanza y bondad para todos los habitantes del pueblo.

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