El huerto de la familia verde
Había una vez en un pequeño pueblo de Perú, una familia encantadora compuesta por Margarita, su esposo Manuel y sus dos hijos, Sofía y Mateo.
Margarita era una mujer preocupada por el medio ambiente y la salud de la Tierra. Últimamente, había notado que los suelos no producían como antes y que la naturaleza estaba sufriendo por culpa de la actividad humana.
Una mañana soleada, mientras desayunaban juntos en el patio de su casa, Margarita decidió hablar con su familia sobre este tema tan importante.
"Chicos, ¿han notado cómo los árboles están desapareciendo cada vez más rápido? La deforestación está afectando a nuestros bosques y a todos los seres vivos que dependen de ellos", expresó Margarita con tristeza en su voz. Sofía levantó la mirada con curiosidad y preguntó: "¿Por qué cortan tantos árboles, mamá?"Margarita explicó pacientemente: "Muchas veces lo hacen para obtener madera o espacio para construir casas o negocios.
Pero al hacerlo, estamos dañando el hogar de animales como osos, monos y aves que viven en esos bosques". Mateo asintió con seriedad y agregó: "¡Es terrible! Debemos hacer algo al respecto". —"Exactamente" , dijo Manuel uniéndose a la conversación.
"También debemos cuidar nuestros ríos y mares. La contaminación está afectando a los peces y otros animales marinos". Decididos a tomar acción, la familia se propuso realizar pequeños cambios en su vida diaria para ayudar al planeta.
Comenzaron reciclando todo lo posible en casa, reduciendo el consumo de plástico e involucrándose en actividades de limpieza del vecindario. Un día, mientras participaban en una jornada de reforestación organizada por la comunidad local, Margarita tuvo una brillante idea.
"¿Qué les parece si creamos un huerto familiar? Así podremos tener alimentos frescos sin dañar tanto el medio ambiente", propuso entusiasmada. Todos estuvieron de acuerdo y juntos se pusieron manos a la obra.
Prepararon la tierra con cuidado, sembraron semillas orgánicas y regaron las plantas con amor cada día. Con el tiempo, el huerto creció exuberante llenando sus vidas de color verde y esperanza.
Un año después, el huerto familiar no solo les proporcionaba alimentos sanos y deliciosos sino que también se había convertido en un refugio para mariposas, abejas e insectos beneficiosos para el ecosistema. Margarita miraba orgullosa a su familia trabajando juntos en armonía con la naturaleza.
Habían aprendido que incluso las acciones más pequeñas podían marcar la diferencia cuando se realizaban con amor y compromiso.
Y así fue como Margarita junto a Manuel, Sofía y Mateo demostraron que cuidar del planeta es responsabilidad de todos ¡y juntos podían lograr grandes cosas! El mensaje quedó grabado en sus corazones: proteger nuestro hogar común es deber de cada uno ¡y juntos podemos construir un futuro mejor para todos!
FIN.