El huerto encantado de Pancho



Había una vez en la Escuela Primaria "El Trébol", un duende llamado Pancho que vivía en el jardín del colegio. A diferencia de otros duendes traviesos, a Pancho le encantaba ayudar a los demás y cuidar la naturaleza.

Un día, mientras paseaba por el patio, escuchó a la maestra Marta hablando con sus alumnos de tercer grado sobre la importancia de tener un huerto escolar.

"¡Qué buena idea sería tener nuestro propio huerto! Podríamos plantar frutas y verduras, aprender sobre el ciclo de vida de las plantas y cuidar juntos de nuestro espacio verde", decía entusiasmada la maestra. Pancho se acercó sigilosamente y les propuso:"¡Hola chicos! Soy Pancho, el duende del jardín.

Escuché su conversación y me encantaría ayudarlos a construir su huerto escolar". Los niños, sorprendidos al principio, no podían creer que estaban hablando con un duende real. Pero pronto se entusiasmaron con la idea y aceptaron la ayuda de Pancho.

Durante semanas trabajaron juntos: prepararon la tierra, sembraron semillas, regaron las plantas y aprendieron sobre los cuidados necesarios para que crecieran sanas y fuertes.

Pancho les enseñaba secretos mágicos para hacer crecer las plantas más rápido y cómo comunicarse con ellas para entender sus necesidades. Con el tiempo, el huerto empezó a florecer: tomates rojos como rubíes, zanahorias jugosas como naranjas brillantes, lechugas verdes como esmeraldas... Los niños estaban felices viendo los resultados de su trabajo en equipo junto a Pancho.

Un día, sin embargo, una plaga de insectos amenazó con arruinar todo lo que habían logrado. Los niños estaban desanimados hasta que Pancho tuvo una brillante idea:"Chicos, cada planta tiene su defensor natural en la naturaleza.

Si logramos atraer a esos insectos benéficos al huerto, nos ayudarán a controlar a los invasores". Así fue como colocaron plantas aromáticas alrededor del huerto para llamar a mariquitas, crisopas y abejas beneficiosas que mantuvieran alejadas a las plagas dañinas.

Poco a poco recuperaron el equilibrio natural del lugar gracias al ingenio de Pancho. Finalmente llegó el día de la gran cosecha. Todos juntos recolectaron las frutas y verduras del huerto escolar mientras reían y compartían anécdotas divertidas.

La maestra Marta organizó una feria en donde vendieron los productos cosechados para recaudar fondos destinados al cuidado del huerto. Desde entonces, todos en "El Trébol" siguieron cuidando del huerto escolar con amor y dedicación gracias al espíritu colaborativo inculcado por Pancho.

Y aunque nunca más volvieron a verlo físicamente, sabían que siempre estaría presente velando por ellos desde su mundo mágico en el jardín.

FIN.

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