El Hueso del Tesoro
Era una linda mañana en el bosque. Los rayos del sol se filtraban entre las hojas de los árboles y el aire estaba lleno de el canto de los pájaros. En una pequeña casa al borde del bosque vivía un perro llamado Bruno, un perro travieso y curioso que siempre estaba buscando aventuras.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Bruno comenzó a cavar en la tierra con sus patas. -¡Mira lo que encontré! - ladró emocionado cuando sacó un hueso grande y brillante. Bruno, que había oído historias sobre tesoros escondidos, se puso a pensar. -¿Y si este hueso es un verdadero tesoro? -
Con su hallazgo, Bruno decidió ir a contarle a sus amigos. Primero se encontró con su amiga la tortuga, Tita. -¡Tita! Mirá lo que encontré, un hueso que seguro es un tesoro.-
-¿Un hueso? ¿Tesoro? No me parece muy valioso...- respondió Tita con su voz calmada.
Pero Bruno, seguro de su descubrimiento, se fue al arroyo donde jugaba su amigo el pato, Pío. -¡Pío! Tengo un tesoro, mirá este hueso brillante.-
-¡Qué suerte! Pero, ¿y cómo sabemos que es un tesoro de verdad? - preguntó Pío, curioso. Bruno se quedó pensativo.
Decidido a demostrar que su hueso valía la pena, Bruno se propuso hacer un concurso. -¡Amigos! Vamos a ver quién encuentra el uso más creativo para el hueso.-
Tita pensó un momento y dijo: -Yo puedo usarlo como peso para mis ejercicios.-
Pío, mientras chapoteaba en el agua, exclamó: -Yo lo puedo usar como un barquito para que navegue por el arroyo.-
Bruno se sintió un poco defraudado al escuchar las ideas de sus amigos. Pensaba que su hueso debería ser más especial.
Pero, al ver cómo sus amigos se divertían al encontrarles usos a su hallazgo, una nueva idea se le ocurrió. -¿Y si en vez de guardar el tesoro sólo para mí, podemos hacer una gran fiesta con el hueso? ¡Podemos invitar a todos los animales del bosque! -
Sus amigos se emocionaron con la idea y todos comenzaron a preparar la fiesta. Hicieron carteles bonitos, recaudaron frutas frescas y hasta Tita ayudó a hacer unas ricas tortugas de chocolate.
El día de la fiesta, todos los animales del bosque llegaron al lugar. -¡Os imaginan lo que tenemos aquí, el gran hueso del tesoro! - anunció Bruno, moviendo su cola con alegría.
Los animales se acercaron curiosos y comenzaron a jugar con el hueso, usándolo como pelotas, para hacer carreras y hasta como un sombrero divertido.
Finalmente, al caer la tarde, Bruno se dio cuenta de que el verdadero tesoro no era el hueso en sí, sino la alegría que había compartido con sus amigos. -¡Nunca hubiese imaginado que algo tan simple podía hacernos tan felices! - dijo Bruno con una gran sonrisa.
-Es cierto,- respondió Tita. -El verdadero tesoro está en la amistad y en compartir momentos juntos.-
Pío, siguiendo la idea, agregó: -Además, ¡ya tenemos muchas más aventuras por vivir! -
Desde ese día, Bruno entendió que el valor de las cosas no siempre se mide por su apariencia. Para Bruno y sus amigos, cada día era una nueva oportunidad para descubrir tesoros en su amistad y en las pequeñas cosas de la vida.
Y así, el bosque siempre resonaba en risas y alegría, pues los tesoros verdaderos son aquellos que encontramos en el corazón de quienes amamos.
FIN.