El hueso mágico de Bombona


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una perra llamada Bombona. Era conocida por ser la más juguetona y glotona de todas las mascotas del lugar.

Todos los días corría de un lado a otro persiguiendo mariposas, ladrando a los pájaros y buscando cualquier cosa para jugar. Un día, mientras paseaba por el parque, Bombona vio algo brillante entre los arbustos. Se acercó curiosa y descubrió que era un hueso muy grande y apetitoso.

Sin pensarlo dos veces, lo agarró con la boca y salió corriendo feliz de haber encontrado un tesoro tan delicioso.

"¡Mira lo que encontré! ¡Es el hueso más grande que he visto!", exclamó Bombona emocionada al llegar a su casa donde vivía con su dueña Clara. Clara se sorprendió al ver el hueso tan grande que traía Bombona y le dijo: "Bombona, ese no es un simple hueso. Es un hueso mágico que pertenece al bosque encantado.

Debes devolverlo de inmediato antes de que ocurra algo malo". Pero Bombona, demasiado emocionada con su hallazgo, decidió ignorar las advertencias de Clara y se quedó con el hueso mágico.

Esa noche, mientras dormían, comenzaron a escucharse ruidos extraños en la casa. Luces brillantes iluminaban cada rincón y sombras misteriosas se movían por las paredes. "¡Ayuda! ¡No sé qué está pasando!", gritaba Clara asustada.

Bombona se dio cuenta de que había cometido un error al no escuchar a Clara y sintió mucha culpa por poner en peligro a su dueña y a sí misma. Decidió actuar rápido para solucionar todo.

Corrió hacia el bosque encantado llevando consigo el hueso mágico y allí se encontró con el guardián del bosque, un viejo búho sabio llamado Don Sábana. "¿Qué haces aquí con ese hueso? ¿No sabes que has alterado la paz del bosque?", preguntó Don Sábana seriamente.

Bombona explicó lo sucedido entre sollozos y pidió ayuda para devolver el hueso mágico a su lugar original. Don Sábana vio la sinceridad en sus ojos e decidió darle una oportunidad para enmendar su error.

Juntos recorrieron el bosque hasta llegar a una cueva secreta donde debían colocar el hueso mágico. Al hacerlo, toda la magia regresó al lugar y la tranquilidad volvió al pueblo. "Gracias por ayudarme a corregir mi error", dijo Bombona arrepentida pero contenta de haber solucionado todo.

Desde ese día, Bombona aprendió la importancia de escuchar los consejos de quienes más queremos, así como valorar las consecuencias de nuestras acciones antes de actuar impulsivamente.

Se convirtió en una compañera fiel tanto para Clara como para todos los habitantes del pueblo, demostrando que incluso los errores pueden llevarnos hacia grandes lecciones si estamos dispuestos a aprender de ellos.

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