El huevo encantado


Había una vez una pequeña y hermosa niña llamada Delfina que nació el día de Pascuas. Sus padres, Lucía y Juan, estaban muy emocionados y felices por la llegada de su hijita.

Desde el primer momento, Delfina fue una bebé llena de energía y curiosidad. A medida que Delfina crecía, descubría el mundo a su alrededor con asombro y alegría.

Le encantaba explorar cada rincón de la casa mientras gateaba, siempre acompañada por su fiel amigo peluche, un conejito blanco llamado Pepito. Un día soleado de primavera, mientras jugaba en el jardín junto a sus papás, Delfina vio algo brillante entre las flores.

Se acercó corriendo y encontró un huevo colorido escondido debajo del arbusto más grande. Delfina no podía contener su emoción y exclamó:-¡Miren mamá y papá! ¡Encontré un huevo! Sus padres se acercaron rápidamente para ver lo que había encontrado su hijita. -¡Qué maravilla! -dijo Lucía-. Parece ser un huevo mágico.

Juan sonrió y agregó:-Creo que deberíamos cuidarlo bien hasta que veamos qué hay dentro. Delfina estaba emocionada por tener la responsabilidad de cuidar ese misterioso huevo. Lo llevó a su habitación y lo colocó en una caja con mucho amor.

Durante los días siguientes, Delfina visitaba constantemente el huevo para asegurarse de que estuviera seguro y cómodo. Pero un día, cuando Delfina fue a verlo, se dio cuenta de que el huevo había desaparecido.

Llena de preocupación, corrió hacia sus padres y les contó lo sucedido. -¡El huevo ha desaparecido! -dijo Delfina con lágrimas en los ojos-. ¿Qué vamos a hacer? Lucía y Juan miraron entre ellos con una expresión de sorpresa. -Tranquila, Delfi -dijo Lucía-.

Seguro que hay una explicación para esto. Vamos a buscarlo juntos. La familia comenzó la búsqueda del huevo perdido por toda la casa. Revisaron cada rincón y debajo de cada mueble sin éxito.

Justo cuando estaban a punto de rendirse, escucharon un suave chirrido proveniente del patio trasero. Delfina corrió hacia afuera seguida por sus padres y encontró al conejito Pepito junto al arbusto donde había encontrado el huevo por primera vez.

Pepito saltaba emocionado mientras señalaba algo detrás del arbusto. -¡Miren! ¡Allí está el huevo! -exclamó Delfina llena de alegría. Y efectivamente, allí estaba el huevo mágico brillando bajo los rayos del sol primaveral.

Con mucho cuidado, Delfina tomó el huevo en sus manos y lo acarició con ternura hasta que finalmente se rompió revelando algo inesperado: un pequeño polluelo amarillo. La alegría llenó el corazón de todos mientras observaban al nuevo integrante de la familia.

Lo llamaron Pascualito en honor al día especial en que llegó al mundo. Delfina se convirtió en la mejor amiga de Pascualito y juntos vivieron muchas aventuras y aprendieron valiosas lecciones sobre el amor, la amistad y el cuidado de los demás.

Desde ese día, cada año, en el domingo de Pascuas, Delfina y su familia recordaban con cariño aquel mágico momento en que encontraron al polluelo perdido.

Y así, Delfina aprendió que a veces las cosas más hermosas pueden llegar a nuestras vidas cuando menos lo esperamos, solo hay que estar abiertos a las sorpresas que nos ofrece el mundo.

Dirección del Cuentito copiada!