El Huevo Mágico de Dino



Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía al borde de un frondoso bosque. A Tomás le encantaba explorar la naturaleza, recoger hojas y escuchar los cantos de los pájaros. Un día soleado, mientras paseaba por su rincón favorito del bosque, su atención fue atrapada por algo brillante entre la maleza.

- ¿Qué será eso? - se preguntó Tomás, acercándose con curiosidad.

Cuando se inclinó, encontró un enorme huevo que parecía de color verde con manchas amarillas.

- ¡Es un huevo de dinosaurio! - exclamó asombrado.

Tomás no podía creer su suerte. recordó que había leído en libros sobre un dinosaurio que se llamaba —"Dino"  y que soñaba con conocerlo.

Con mucho cuidado, Tomás llevó el huevo a casa, decidido a cuidarlo como si fuera su tesoro más valioso. En su habitación, colocó el huevo en una canasta suave y se sentó a verlo.

Pasaron los días y Tomás se preocupaba porque el huevo no se rompía.

- Tal vez necesite calor - pensó.

Así que cada noche, lo arropaba con mantas mientras le contaba historias sobre la época de los dinosaurios.

Una mañana, mientras estaba en la escuela, escuchó un crujido proveniente de su habitación.

- ¿Qué fue eso? - murmuró nervioso. Al llegar a casa, se encontró con una gran sorpresa: el huevo se había roto, y de él salió un pequeño dinosaurio de color verde y con manchas amarillas, ¡justo como el huevo!

- ¡Eres un Dino! - gritó Tomás emocionado. El pequeño dinosaurio miró a Tomás con sus grandes ojos brillantes y movió su cola, como si entendiera.

Tomás se dedicó a criar a Dino. Le enseñó a comer, jugar y, sobre todo, a ser un buen amigo. Sin embargo, había un problema: Dino crecía rápido y Tomás se dio cuenta de que ya no podía quedárselo en su casa.

- Tengo que encontrar un lugar para ti - dijo Tomás, preocupado, abrazando a su amigo.

Juntos decidieron regresar al bosque donde Tomás halló el huevo. Con la ayuda de Dino, que ahora era bastante grande, encontraron un claro hermoso y lleno de otros animales y plantas que le podrían servir.

- Este es tu nuevo hogar, Dino - dijo Tomás con lágrimas en los ojos. Pero en su corazón sabía que era lo correcto.

Dino se quedó un momento, mirando a Tomás.

- ¡Guau! - parecía decir, y luego dio un pequeño saltito y corrió entre los árboles. Tomás entendió que Dino había encontrado su lugar en el mundo.

Volvió a casa con el corazón un poco triste, pero también feliz porque sabía que había hecho lo correcto.

Con el tiempo, Tomás continuó visitando a Dino en el bosque. Juntos jugaban, corrían y compartían momentos inolvidables. Dino se convirtió en un protector del bosque, ayudando a los animales y a la naturaleza.

Y Tomás aprendió que el amor también significa dejar ir a aquellos a quienes quieres, para que puedan ser felices.

Así, su amistad se mantuvo fuerte a través de los años, uniendo dos mundos diferentes con un lazo especial que nada podía romper.

FIN.

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