El Humor de Tomy en el Aula



Era un día soleado en la Escuela Primaria Alegría, donde un aula repleta de niños se preparaba para una jornada más de clases. Entre ellos, Tomy, un chico de diez años con una sonrisa perpetua y una mente llena de chistes. Desde que comenzó el año escolar, Tomy se había hecho famoso por ser el más divertido del salón, siempre obteniendo risas y aplausos de sus compañeros.

"¡¿Saben por qué los pájaros no usan Facebook? ! Porque ya tienen Twitter!" exclamó Tomy, provocando carcajadas en el aula.

Sin embargo, su maestra, la señora López, a veces se frustraba con sus constantes interrupciones. "Tomy, querido, entiendo que quieras hacer reír, pero necesitamos concentrarnos en la clase" le decía con una sonrisa, tratando de mantener el equilibrio.

Un día, mientras Tomy contaba un chiste sobre un perro y una computadora, la señora López decidió que era momento de hablar con él después de clase.

"Tomy, sé que tus chistes son muy graciosos, pero debes encontrar el momento adecuado para contarles. ¿Qué te parece si utilizas tu humor de otra manera?" sugirió la maestra.

"¿Cómo, señora?" preguntó Tomy, algo confundido.

"Podrías contarnos un chiste al final de la clase, como un cierre divertido para todos. Eso podría ayudar a que tus compañeros se queden con una sonrisa al finalizar la jornada".

Tomy pensó en la propuesta de la señora López y decidió probarlo. A partir de ese día, guardó sus chistes para el final de las clases, y los demás niños comenzaron a anticipar ese momento especial.

Un par de semanas después, la clase tuvo un concurso de oratoria. Los alumnos debían exponer un tema que les apasionara. La mayoría eligió deportes, animales o plantas, pero Tomy decidió contar sobre el poder del humor.

"Hoy voy a hablar sobre cómo el humor puede unirnos y hacernos sentir bien. ¡Y para ilustrarlo, voy a contarles un chiste!". Los compañeros se miraron emocionados.

Tomy comenzó su discurso: "¿Por qué los esqueletos no pelean entre ellos? Porque ¡no tienen agallas!".

Los niños estallaron en risas. Luego, siguió con su presentación, explicando cómo compartir risas en momentos difíciles podía ser curativo.

Al finalizar, la señora López se acercó a él con una sonrisa.

"Ves, Tomy, lo que hiciste hoy fue increíble. Lograste unir la comedia con un mensaje importante. Tu humor puede ser una herramienta poderosa para inspirar a otros".

Tomy se sintió orgulloso y, desde aquel día, decidió usar su talento para ayudar a sus compañeros a sentirse bien. Se convirtió en un referente de alegría y siempre puso su humor al servicio de sus amigos, ayudando a resolver conflictos con chistes y frases divertidas que nunca dejaban de sorprender.

Y así, lo que comenzó como una simple inclinación por hacer reír, se transformó en un verdadero don: el poder de la risa, la creatividad y el humor por sobre todo en su aula, convirtiendo cada día en un recuerdo inolvidable para todos.

Al final del año escolar, cuando se acercaba el momento de despedirse, cada niño compartió uno de sus momentos favoritos. El último turno fue para Tomy.

"Chicos, quiero dejarles con un último chiste: ¿Saben por qué los pájaros no usan computadoras? Porque ya tienen Twitter!". Las carcajadas resonatearon y, entre risas, todos supieron que su amistad y risas seguirían más allá de la escuela.

Y así, Tomy aprendió que el humor no solo es una forma de hacer reír, sino también una herramienta para conectar con los demás, dejando siempre una sonrisa en el rostro de quienes lo escuchaban.

FIN.

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