El Huracán Juan y el Mensaje de Papá



En el pequeño pueblo de Brisas del Mar, todos los años ocurría algo mágico: el huracán Juan se acercaba rápida y juguetonamente por el océano. Pero no era un huracán común; Juan era diferente. Cada vez que se formaba sobre las aguas, comenzaba a susurrar secretos a través del viento. Estos secretos eran mensajes que Juan le enviaba a todos los habitantes, especialmente a los niños, para que supieran cómo cuidar sus casas y estar preparados para su llegada.

Era un caluroso día de verano cuando Sofía, una niña curiosa de ocho años, se sentó en su jardín a conversar con su amigo Tomi.

"¿Escuchaste lo que dicen sobre Juan?" - preguntó Sofía, mirando al cielo.

"Sí, dicen que viene a traer un montón de vientos fuertes. Pero también dicen que trae información valiosa de nuestros padres sobre cómo proteger nuestro hogar", respondió Tomi emocionado.

De repente, el viento comenzó a aullar, y Juan hizo su aparición. Con una voz suave pero firme, flotó entre los árboles y le habló a la niñita y a su amigo.

"¡Hola, amiguitos! Soy Juan, y este año tengo mensajes importantes sobre cómo cuidar sus casas. Escúchenme bien..."

Los niños miraron atónitos mientras el aire danzaba alrededor de ellos. Juan continuó:

"Para que sus casas estén a salvo, es importante que verifiquen el techo, aseguren las ventanas y cierren todo aquello que pueda volar. Y lo más importante, siempre escuchen a sus papás. Ellos saben lo que hay que hacer."

Sofía, que siempre había sido un poco miedosa, preguntó:

"¿Pero qué pasa si no hacemos lo que nos dices, Juan?"

"Si no se preparan, sus casas podrían sufrir por los fuertes vientos. Pero recuerden, ¡prepararse es una aventura! Y juntos, pueden hacer todo el trabajo para tener un hogar seguro."

Contentos por la información, Sofía y Tomi decidieron seguir las instrucciones de Juan. Primero, corrieron a la casa de Sofía y se subieron al techo.

"¡Vamos a revisar si hay tejas sueltas!" - gritó Tomi, mientras señalaba algunas tejas que parecían tambalearse.

"Yo puedo ayudar a atarlas con cinta adhesiva, ¡así estarán más seguras!" - dijo Sofía con una sonrisa.

Tras asegurarse de que el techo estuviera listo, los niños se encargaron de las ventanas.

"¡Las ventanas deben estar bien cerradas! Si llegan a volar, Juan podría tener problemas para decirnos los mensajes de los papás!" - explicó Tomi.

"Sí, y si no están aseguradas, podrían romperse mientras juega y esifte el viento. ¡Vamos!"

Luego de un rato trabajando juntos, Sofía y Tomi sintieron orgullo por todo lo que habían logrado. Pero de pronto, Juan volvió a hablar.

"¡Gran trabajo, amigos! Pero ahora tengo una sorpresa para ustedes. ¡Voy a darles un pequeño poder especial!"

"¿Un poder?" - preguntaron los niños, entusiasmados.

"Sí, a partir de hoy, cada vez que sientan un viento fuerte, recordarán un consejo que les he dado. Y ese consejo los hará más valientes ante cualquier tormenta. ¿Listos?"

"¡Sí!" - gritaron al unísono, llenos de energía.

Con una brisa suave, Juan les dejó un pequeño viento en la mano, como un suave recordatorio del trabajo bien hecho y el valor que habían demostrado.

"¡Recuerden, prepararse es la clave! Y siempre cuenten con sus papás, juntos van a poder superar cualquier tormenta. ¡Hasta la próxima!"

Los niños se despidieron de Juan y continuaron su tarea con renovadas energías. Cuando finalmente llegó el huracán, se sintieron seguros, pues sabían que habían hecho lo posible para proteger su hogar.

Al final, el huracán Juan pasó, dejando a su paso no solo un pueblo a salvo, sino también muchos niños valientes y listos para afrontar cualquier desafío. Y el viento continuó resonando en sus corazones, recordándoles que prepararse y aprender es un verdadero poder.

FIN.

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