El idioma de la amistad


Había una vez en una escuela de Buenos Aires, una profesora llamada Marta que enseñaba lengua española a sus alumnos.

Un día, llegó un nuevo estudiante a su clase: Li, un adolescente de nacionalidad china que acababa de mudarse a Argentina con su familia. Marta notó que Li tenía dificultades para comprender el paradigma verbal del español. Los verbos irregulares y las conjugaciones le resultaban un verdadero desafío.

Pero la maestra no se rindió y decidió ayudarlo de una manera especial. Un día, después de clases, Marta invitó a Li a quedarse en el aula para darle una clase extra. Sacó hojas de colores, marcadores y pegatinas, y le explicó los verbos de una forma diferente.

"Li, vamos a hacer algo divertido para aprender los verbos en español. Cada verbo será representado por un color diferente", dijo Marta con entusiasmo. Li asintió con curiosidad y comenzaron la actividad.

Marta escribía en la pizarra diferentes verbos en infinitivo como —"comer" , —"jugar"  y —"dormir" , mientras Li los copiaba en sus hojas utilizando los colores asignados. "Ahora vamos a conjugar estos verbos juntos", anunció Marta.

Con paciencia y creatividad, la maestra explicaba cada conjugación utilizando ejemplos sencillos y dibujos que representaban la acción del verbo. Li empezaba a sentirse más seguro y motivado gracias al método lúdico de Marta. Los días pasaron y Li mejoraba notablemente en su comprensión del paradigma verbal del español.

Se sentía más confiado al hablar y escribir en su nueva lengua gracias al esfuerzo conjunto con su dedicada profesora.

Un viernes por la tarde, antes de irse a casa, Li se acercó emocionado a Marta con un papel en mano. En él había escrito una pequeña historia utilizando todos los verbos aprendidos durante la semana. "¡Marta! ¡Mira lo que hice! Gracias por enseñarme tan bien", exclamó Li con alegría. La profesora leyó la historia con orgullo y emoción.

Estaba impresionada por el progreso de su alumno y feliz de haber encontrado una forma especial de enseñarle el idioma.

Así, entre colores, dibujos y mucha creatividad, Marta demostró que no hay barreras ni diferencias culturales que no puedan superarse con dedicación y amor por la enseñanza. Y Li descubrió que aprender un nuevo idioma puede ser todo un viaje lleno de sorpresas maravillosas si se tiene la guía adecuada.

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