El increíble Carlitos y la carrera de la felicidad
Había una vez un pequeño coche llamado Carlitos que siempre se enfadaba por ser diferente.
Mientras todos los demás coches eran de colores brillantes y brillaban bajo el sol, él era de un color gris oscuro y no tenía ningún brillo especial. Carlitos vivía en la ciudad de Autovilla, donde todos los coches eran felices y se divertían juntos.
Pero cada vez que Carlitos veía a los otros coches jugando y riendo, sentía una punzada de tristeza en su motorcito. Un día, mientras paseaba por las calles de Autovilla, Carlitos vio un cartel anunciando una competencia de carreras para todos los coches de la ciudad. Se emocionó mucho al leerlo y decidió participar.
Pero cuando llegó al lugar de la carrera, vio que todos los demás coches estaban relucientes con sus nuevos colores y diseños especiales. Carlitos comenzó a sentirse aún más triste porque sabía que no podía competir contra ellos.
Pensaba: "Soy tan aburrido comparado con estos coches hermosos". Justo cuando estaba a punto de irse sin decir nada, escuchó una voz detrás suyo. Era Mateo, otro pequeño coche que también era diferente pero siempre estaba feliz.
- ¡Hola Carlitos! ¿Por qué te ves tan triste? - preguntó Mateo con curiosidad. - Es que soy tan aburrido comparado con todos estos coches bonitos - respondió Carlitos con tristeza.
Mateo sonrió amablemente y le dijo:- No importa cómo te veas por fuera, lo importante es cómo te sientes por dentro. Eres especial de una manera única, y eso es lo que te hace diferente. ¡Vamos, no te rindas! Participemos en la carrera juntos.
A pesar de sus dudas, Carlitos decidió darle una oportunidad a Mateo y a sí mismo. Juntos se acercaron al punto de partida y se prepararon para correr. La multitud estaba emocionada mientras los coches competían uno tras otro.
Y cuando llegó el turno de Carlitos y Mateo, todos se sorprendieron al verlos. Carlitos tomó impulso y comenzó a correr con todas sus fuerzas. A medida que avanzaba por la pista, su motorcito comenzó a rugir de emoción y alegría.
Los demás coches lo miraban maravillados mientras dejaba atrás a varios competidores. Cuando cruzó la línea de meta en primer lugar, todos los coches estallaron en aplausos y vítores. Carlitos no podía creerlo; había ganado la carrera siendo él mismo.
Desde ese día, Carlitos aprendió una valiosa lección: no importa cómo seas por fuera o cuánto brillo tengas, lo importante es ser feliz contigo mismo y aprovechar tus talentos únicos.
Y así fue como Carlitos dejó de enfadarse por ser diferente y comenzó a disfrutar cada día como el increíble coche que era.
FIN.