El increíble valor de Thiago



En un pueblo llamado El Nihuil vivía un pequeño duende llamado Thiago. Thiago era un duende un poco despistado, siempre andaba metiéndose en problemas sin querer.

Un día, mientras paseaba por el huerto del pueblo, Thiago tropezó con una piedra y cayó de bruces sobre un jugoso tomate. El tomate, al estallar bajo el peso de Thiago, lo cubrió por completo, dejándolo todo rojo y pringoso. Al darse cuenta de lo que había hecho, Thiago sintió una gran vergüenza.

Todos los animales del huerto se quedaron mirándolo, y las risas se escuchaban por doquier. -¡Ay, qué vergüenza! -susurró Thiago con los ojos llenos de lágrimas. Esa noche, Thiago no pudo conciliar el sueño.

Se sentía muy triste y avergonzado de lo que había pasado. Todos los duendes del pueblo lo gastarían durante semanas y seguro que nunca lo olvidarían. Al día siguiente, Thiago se encerró en su casa y no quería salir.

Pero su amiga la ardilla, llamada Suri, fue a visitarlo. -¿Qué te pasa, Thiago? -preguntó Suri con preocupación. Thiago le contó lo sucedido, y Suri escuchó atentamente. -Mira, Thiago -dijo Suri con voz amable-, todos nos equivocamos y pasamos por momentos embarazosos en la vida.

Lo importante es cómo reaccionamos frente a esas situaciones. ¿Por qué no intentas reírte de lo que pasó y limpiarte ese tomate con una buena ducha? Thiago pensó en las palabras de su amiga y decidió levantarse y enfrentar su vergüenza.

Se limpió bien, se puso su mejor traje de duende y salió a pasear por el pueblo.

Al principio, el temor de las risas de los demás lo invadía, pero pronto se dio cuenta de algo hermoso: la gente no lo miraba con burla, sino con simpatía. Algunos incluso se acercaron para decirle que todos cometemos errores y que lo importante es seguir adelante.

Thiago se sintió reconfortado y comprendió que la vergüenza que sentía era solo una pequeña mancha pasajera en su vida. Desde aquel día, Thiago entendió que enfrentar los errores con valentía y humor era la mejor forma de superarlos. Y cada vez que alguien recordaba la anécdota del tomate, él sonreía y reía con ellos.

La vergüenza se había transformado en una lección que lo hizo más fuerte y valiente.

A partir de ese momento, Thiago se convirtió en un ejemplo para todos en El Nihuil, enseñando que no hay que temerle a los errores, y que la verdadera fortaleza está en saber reírse de uno mismo y seguir adelante. Y así, Thiago vivió muchas más aventuras, enfrentando cada obstáculo con valor y sabiduría, inspirando a todos a su alrededor.

FIN.

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