El increíble viaje de Jessika la vendedora de flores
En un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, vivía Jessika, una niña alegre y curiosa que soñaba con ser vendedora de flores.
Desde muy pequeña, Jessika admiraba la belleza de las flores y disfrutaba cuidando de las plantas en el jardín de su abuela. Un día, Jessika decidió emprender un viaje hacia la gran ciudad para hacer realidad su sueño. Con su mochila llena de semillas y su corazón lleno de esperanza, emprendió el camino.
"¡Voy a convertirme en la mejor vendedora de flores que haya visto esta ciudad!" -decía Jessika con entusiasmo. Luego de viajar en tren y caminar por distintos barrios, finalmente llegó a la gran ciudad.
Pero cuando intentó vender sus flores, se dio cuenta de que no era tan fácil como pensaba. Las personas pasaban apuradas y no le prestaban atención. Jessika, desanimada, decidió buscar ayuda.
En su camino, conoció a un anciano sabio que le dijo: "Para alcanzar tus sueños, debes ser perseverante y no rendirte ante los desafíos. Necesitas encontrar una forma creativa de llegar a las personas." Con estas palabras en mente, Jessika empezó a idear un plan.
Decidió crear pequeños arreglos florales y regalarlos a las personas que pasaban por la calle. Pronto, su buen corazón y su talento para la decoración llamaron la atención de todos. La gente se detenía a admirar su trabajo y, poco a poco, las ventas comenzaron a crecer.
Con el tiempo, Jessika se convirtió en una vendedora de flores muy querida en la ciudad. Su determinación y su generosidad le habían permitido alcanzar su sueño.
Y desde entonces, cada vez que alguien le preguntaba cuál era su secreto, ella respondía con una sonrisa: "El amor por las flores puede cambiar el mundo". Con esa lección aprendida, Jessika siguió esparciendo alegría y color a su alrededor, inspirando a otros a perseguir sus propios sueños y a nunca perder la esperanza.
FIN.